Hace algunos años ya, se ha instalado en pequeños círculos de conversación, la idea de un cambio en la fecha de nuestras fiestas patronales. Un debate que carece por completo de datos objetivos que aconsejen tal idea.

El argumentario que provoque recelo al respecto puede ser extenso. En principio convendría saber quién o qué origina la controversia y por supuesto con qué fines.

Evidentemente como seres humanos, nuestro carácter social nos permite movernos en círculos mucho más reducidos de lo que parece y casi siempre con personas afines a nosotros; con lo cual recogemos la opinión de las mismas personas; acrecentando con ello la sensación de ser ésta generalizada. Y si gozara de ser compartida por una amplia mayoría, cabría preguntarse cuántas personas tienen verdadero interés en ello.

Por otra parte, ¿qué garantiza que adelantarlas uno o dos días, atraerá como consecuencia un mayor número de personas?. ¿Seríamos capaces de atenderlas como merecen?. ¿Qué garantiza que esas personas tendrán mayor posibilidad económica?

Adelantarlas una semana, ¿hará que los cuellaranos, que prefieren pasar sus vacaciones lejos de la villa, se quedaran? .¿Preferirán disfrutar esa semana con nosotros los que nos visitan ?. ¿Los estudiantes se esforzarán más durante el Las fiestas ya cayeron en septiembre y funcionaron, de la misma forma que siempreverano que a lo largo del curso?. ¿No será que lo que más afecta es la crisis económica?. Preguntas que dependiendo del interés con el que se afronten tendrán diferente respuesta.

Las fiestas ya cayeron en septiembre y funcionaron, de la misma forma que siempre. La sociedad ha cambiado. Si. Y los gustos de las personas que forman parte de nuestro entorno. Prueba de ello es que la vida en estos días gira exclusivamente alrededor de los encierros. Ni mejor, ni peor.

Pero además, ¿en qué hemos contribuido para que las cosas no vayan cómo queremos?. Desde luego la cuestión no es tan simple. Personalmente no me opongo a un cambio de fechas; sí en ciertas actividades. Pero desde luego no a la ligera y sin previo estudio socio-económico, ya que son muchas las variables y de diferente naturaleza que determinan la singularidad de nuestras fiestas.

De todas formas el objetivo sigue siendo el mismo: disfrutar.