| Por: Francisco Salamanca | | Fotos: Alvaro MZ|

En tarde agradable con viento molesto para los engaños en algunos tramos del festejo, con un tercio de entrada, se lidiaron en Cantalejo toros de Javier Sánchez Arjona, de la línea Domecq, en general de presentación correcta, excepto el segundo, anovillado, y mejor presentados 5º y 6º, nobles con movilidad y válidos todos, excepto el 2º, con mucha calidad en la muleta, 3º, 4º y 6º, a este último se le concedió la vuelta al ruedo.

Ureña, de lila y oro con cabos blancos y Luis David Adame, de tirita y oro con cabos blancos salieron por la puerta grande. Alvaro Lorenzo, que lució un terno rosa y oro con cabos blancos,  logró una oreja en el quinto.

Ureña con el primero de la tarde, un toro complicado, que no se entregó en el capote, cabeceaba y daba arreones en la muleta, tuvo paciencia con la franela y tras dos series correctas por la derecha, fijó la embestida y obtuvo muletazos importantes por el pitón contrario. Estocada delantera y oreja. En el cuarto, con un toro acapachado de cuerna, muy noble, galopando en la muleta, metiendo la cara, el torero murciano disfrutó de la tauromaquia, transmitiendo al tendido muletazos largos, cargando la suerte por ambos pitones. Faena larga, pinchazo y estocada, que fue premiada con una oreja.

Álvaro Lorenzo que pasea por las plazas la vitola de triunfador de San Isidro, poco pudo disfrutar del peor lote de la tarde. Con su primero, un burraco anovillado que se depitorró en su primer encuentro con las tablas, lo intentó por ambos pitones, pero el toro no tenía condición, tras un pinchazo y media en buen sitio, salió al tercio a saludar. En el quinto, se luce con el capote manejando bien los brazos, el toro aunque cabecea en el encuentro con el peto, después aprieta. La lidia es pegajosa, el toro andarín compromete al torero, que muletazo tras muletazo va construyendo una faena sólida. Marca los tiempos y el toro galopa en la embestida, los aplausos brotan del respetable. Toma el estaquillador con la izquierda y el toro tiene más recorrido, la faena crece, dos años de alternativa, pero el toledano demuestra  mucho oficio. Media trasera y tendida que precisa del descabello, aviso que enfría los pañuelos, una oreja.

Luis David Adame aporta un toreo a la tauromaquia en vías de extinción, principalmente por ser particular, heterodoxo, ágil, de gran movilidad, jugando con los terrenos y querencias del toro, muy plástico con el capote y que llega a los tendidos por su frescura y carencia de ortodoxia. Con el segundo de la tarde un toro castaño que se tapaba por la cara, obtiene la atención del público tras un quite por chicuelinas. Con la muleta se dobla por ambos pitones, el toro tiene fijeza, calidad y recorrido en cada embestida, pero el mexicano se encuentra más cómodo en la distancia corta donde exhibe su catálogo de pases. Un desperdicio para el toreo ortodoxo, pero esto es una cuestión de gustos y entrega del tendido, el cual tras una estocada caída logra que el presidente le conceda las dos orejas. Con el sexto, el toro que recibió el mayor castigo en el caballo, se lució en otro quite variado por tafalleras corridas y zapopinas. (De las doce posibilidades de quite que han tenido los diestros en la feria cantalejana, solo Adame ha aprovechado las suyas). El toro es mejor aún que el anterior, coloca la cara, embiste con calidad y nobleza, descubriendo las limitaciones del matador, el cual retoma los terrenos del toro y en una faena encimista logra redondos infinitos por ambos pitones. La gente está en la faena y aplaude cada serie, le toro parece no acabarse nunca. Gran estocada arriba, recibiendo que desata la petición popular. Dos orejas y rabo.

Cantalejo sigue manteniéndose como la feria más importante de la provincia gracias a la organización de dos corridas de toros, la apuesta municipal es importante, pero la repercusión en la taquilla este año no lo ha sido, a pesar de lo atractivo de los carteles y los toros que solemos ver en esta plaza. Poco espectador foráneo, sobre todo de la provincia, con respecto a otros años. Este problema no es exclusivo de esta feria y los ayuntamientos no pueden seguir siendo los salvadores de una fiesta que no evoluciona, convertida en un espectáculo previsible, carente de emoción y muy caro, con un descenso notable de espectadores cada tarde, en contra de lo que sucede con los festejos populares. Probablemente en la mano de los mismos ayuntamientos esté la solución al problema, cuestión de cerrar el grifo.