|Por César Quintanilla Pascual|

Todo quedó en un susto. Era el encierro del martes cuando ese año decidí echar una carrera junto a un primo de Torrelavega que al igual que yo, esto de “Los Toros”, nos traía por la calle de la ansiedad y la morriña. Pensamos que poniéndonos en el Kykox, lograríamos correr delante de los toros a una distancia prudente un buen tramo mientras se aproximaban. El griterío comenzó y de lejos en la curva de La Resina, ya oteábamos cuernos, toros y cabestros. A partir de ese momento salimos Parras arriba y justo en el taller de Olallo, aquello vi que podría terminar mal, los toros corrían cómo demonios y de nada servían dos piernas jóvenes, por intuición cambié de acera y en la calle que hay junto al Bar La Española cortada con talanqueras de madera, solo pensé en desaparecer de ese lugar, tirándome de cabeza entre el suelo y el primero de los maderos. Fueron segundos de angustia, sentí que mi cabeza chocó contra las piernas de una mujer y que me agarraron tirando hacia dentro, un ligero topeteo en el pie que me hizo volver la cabeza y mirar, casi en posición fetal, el tiempo se paró. Vi un ojo grande, brillante y el cuerno del toro golpear… Aquello no sé si era miedo, terror, o quizás pasión. Durante muchos años he tenido esa mirada pegada a mí, he recordado que la juventud no entiende de riesgos y la conclusión de todo es que si hoy pudiera, volvería a repetir carrera, da igual el punto que fuera del recorrido, sería algo injurioso sentir que a mi espalda un toro pudiera tener.

“Ni los años ni mis ausencias a nuestra fiesta, han doblegado la locura, el ansia, o la inquietud por vivir unos días unido a unas raíces que por amor cada vez son más profundas”Ni los años ni mis ausencias a nuestra fiesta, han doblegado la locura, el ansia, o la inquietud por vivir unos días unido a unas raíces que por amor cada vez son más profundas. El rito vuelve cada año, la pasión, el sentir de un ¡A por ellos!, el abrazo de un amigo de juventud, la mirada de una madre que pese a sus años me recuerda que tenga cuidado ” no sea que se escapen”. Un recorrido nostálgico por la vía del recuerdo, olores, colores, gritos de fiesta, tradiciones, vendedores, mujeres y hombres que siguen apostados entre las maderas esperando ver pasar el encierro, borrachos que jugaban en el cementerio al mus, verbenas de mil colores, con luces pecaminosas de neón. Limonadas, barrios añejos, gente de siempre, abuelas de negro y cazuelas con cangrejos, tencas de río escabechadas o parros de corral. Se repite un año y otro el ir y venir de querencias envueltas con papel de seda, reflejan tiempos pasados en una vida presente distinta pero con la misma fuerza de atracción. Cierro los ojos y me dejo llevar.

La víspera del pregón, quintos y macutos regresaban de permiso, lo hacían en grupos algunos llegados del Ferrol otros de Cartagena y no faltaban los moriscos de Ceuta y Melilla. Era viernes y en los Coches se palpaban las emotivas esperas y llegadas, venir a las fiestas superaba cualquiera de tantas otras emociones, no habiendo pena más grande que la de no poder asistir. Con sesenta pesetas unas zapatillas, con cien unos pantalones blancos, y con doscientas ya para todos los toros. ¡No te gastes todo en las cantinas!

Al alba despierta la dulzaina y retumba el tambor, Panda el Soto, La Florida, Panda La Plaga, El Pañuelo vestido de azul, las pandas unían las horas de fiesta, la Rueda olía a churros, el Mar de Pinares al aguardiente, la tarde era de aplausos, oreja y rabo pedían los pañuelos blancos y rojos, el presidente otorga oreja y rabo y el maestro triunfaba… vuelta al ruedo y puerta grande. Corneta y toro, clarines más tarde y viva la banda con Marcial tú eres el más grande, eran… Los Toros que habían sido encerrados en un encierro, en los encierros más antiguos de España y eso nadie nunca nos lo quitará.

Aunque no había mucho dinero, aquellas tardes la plaza de toros no dejaba ver ni un solo asiento libre, sol, sombra o sol y sombra, barrera o contrabarrera y mientras los más pequeños crecíamos en la esquina del Hostal San Francisco o La Fonda, para ver salir a los diestros, maestros del toreo grandes figuras que para nosotros eran algo así como dioses vestidos de luces. Atravesaban España en las noches mortecinas, iban dando cabezadas con sus cuadrillas, les pillaban los amaneceres con el sueño del triunfo y así día tras día cruzando carreteras secundarias. ¡Deme una, deme una!, todos pedíamos una banderilla en la puerta de la plaza que correspondía a la gente matarife, ¡Deme una! No nos importaba la sangre, conseguir una banderilla por “Los Toros” era un trofeo preciado.

“Es hora de ir buscando en los cajones del olvido, esos pañuelos rojos, el pantalón blanco, es hora de sacar los sentimientos y compartirlos…”El tiempo fue echándose encima, los años fueron pasando, aquellos que hoy somos el recuerdo, partimos en los años mozos. El azar o la fortuna hicieron que Asturias fuera mi segunda patria, mi tierra prometida. Añoranzas que sentado a pie de una roca acompañado por el vuelo de una gaviota, comparto entre estos dos amores. Tierra verde, hermosa, así es Asturias, la que escuchó mis llantos a escondidas cuando siendo un sábado en una plaza Mayor, tocaban el A por Ellos y yo cerraba los ojos queriendo ver un balcón, una plaza llena, oír el griterío y gritar ¡A por Elloooooos¡ Una tierra prometida que prometió cuidarme para que en la cuesta abajo de la vida, pudiera ir al balcón, volver a subir a las talanqueras, abrazar a mis amigos, soñar con un rincón en Los Paseos, oír a Gabino, a la Sra. Felisa, comprarme un polo de hielo con tres pesetas que sisaba de la caja de los churros y pasear entre la multitud como a mí me gusta, uno más, un ser que lleva otro mar en el corazón, un mar de pinares, de llanuras, un mar de recuerdos y con ellos debatirlos, compartirlos, soñarlos……….Entre dos amores.

Es hora de ir buscando en los cajones del olvido, esos pañuelos rojos, el pantalón blanco, es hora de sacar los sentimientos y compartirlos, durante unos días como cantaba Nino Bravo “¡Dejaré mi tierra por ti!…dejaré tus verdes campos y me iré lejos de aquí”, a otro mar de aguas dulces. Es hora de estar con aquella gente que añoro, con la familia, con mi gente…

Un abrazo y felices fiestas de La Virgen del Rosario y de Los Encierros más antiguos de España.