|Por J. Eloy García|
Javier Senovilla tiene un pie en la calle de La Pelota y otro en la calle Ortega y Gasset de Madrid. Ha estado más de un año consagrado a este trabajo que desde el principio lo imaginó colgado en La Cúpula de San Pedro, en torno al ábside. Allí cobra sentido y allí debe ser visto. Son doce figuras a las que podemos colocar cualquier apelativo, además de “duendes” que el autor llama. El número doce encierra muchos significados y mueve el mundo desde las doce tribus de Israel. Ahí están las figuras, carbón sobre lienzo. Nosotros sólo debemos dejarnos mirar por ellas; los duendes siempre hablan.
Gracias Pablo por tu comentario, si te produjo todos esos calificativos al ver los duendes entonces todo mereció la pena
Inquietante, original, surrealista, fantástica, desconcertante, sobrecogedora, exótica, revolucionaria, imaginativa, rompedora… de todo, menos indiferente. Una exposición para ver o para que ellos, los que están al otro lado del metacrilato, te vean, como bien define Jesús Eloy. Doce duendes sin edad sobre unas paredes con más de 1000 años, una conjunción con tintes mágicos, como el espacio, como el tiempo… El sueño de Javier Senovilla se cumple.