| Por Ángel Carlos Hernando |

Que nunca llueve a gusto de todos, quizá sea la sentencia más irrebatible que pueda ofrecer el refranero español.  Además contiene cierto aire de futuro porque, con toda seguridad, no lo hará. Y menos cuando de divertirse se trata; ya que cada cual lo hace de manera diferente. Refiriéndonos al periodo festivo que acabamos de cerrar en nuestra localidad, con un más que dudoso éxito en San Miguel, la falta de consenso acerca de las actividades que deben desarrollarse para el ocio, propicia un estéril debate, a tenor de las consecuencias del mismo.

Cada persona emplea argumentos diferentes en virtud de sus propios criterios. Respecto a lo estrictamente taurino, sólo hay consenso en que los toros tienen que entrar en el tramo urbano… O no.  No sé ya. Una vez en las calles, entre que vayan los novillos juntos o se queden, total desacuerdo. Del ciclo de corridas mejor no hablar porque la controversia es mayor; ya no entre quienes defienden si deben celebrarse o no, sino entre quienes creen que la ausencia de público se produce por motivos relativos a la tauromaquia o por cuestiones sociales. Por otra parte son cada vez más quienes demandan más actividades culturales o al menos más visibles y de más calidad, frente a un momento social donde priman momentos poco saludables por así decir.

El consenso acerca de la celebración de San Miguel anda mucho más cercano. Sobre todo porque al parecer de la mayoría urge cambiar la fecha, no entiendo yo que una celebración tan pagana, en la práctica, deba consultarse mucho, y porque el concurso de tapas es tremendamente mejorable.

En fin, un balance parecido al año anterior y seguramente al próximo.  Esperemos que llueva, que falta hace, aunque no sea a gusto de todos.