|Texto y foto por Pablo Quevedo Senovilla|

La veintena de pescadores que el pasado sábado, 25 de junio, nos encontrábamos practicando nuestro deporte favorito en el coto intensivo de Fuentidueña, en la provincia de Segovia, nos llevamos la terrible sorpresa de que la Junta de Castilla y León había decidido esa semana no echar ni una sola trucha en dicha zona acotada, circunstancia que resulta imprescindible para mantener el ejercicio de la pesca en este tramo del río Duratón.

Según me pude informar de fuentes cercanas a la piscifactoría donde la Junta de Castilla y León compra las truchas para las repoblaciones de cotos intensivos, la Administración regional les ha anunciado que ya no adquirirá más ejemplares de arcoíris para este tipo de actuación que garantizaba la pesca en estas aguas del Duratón.

Lo cierto es que la Junta ha adoptado la decisión por sorpresa, de manera subrepticia y ocultando la medida a los pescadores. Durante toda la semana pasada, la Administración autonómica estuvo expidiendo permisos de pesca para el coto intensivo de Fuentidueña, a sabiendas de que no iba a haber truchas en el río, causando un perjuicio económico y moral a las personas que obtuvimos dicho permiso tras el pertinente pago de 20 euros (10 euros en el caso de los pensionistas).

La normativa de pesca vigente para este año en Castilla y León establece como periodo hábil de pesca en el coto de Fuentidueña del 20 de marzo al 11 de octubre, sin que seamos conscientes de que se haya publicado corrección alguna en la que se adelanta el periodo de cierre.

Es de imaginar que lo ocurrido en Fuentidueña este fin de semana se habrá producido también en el resto de cotos de pesca intensiva de la provincia de Segovia y de Castilla y León.

Los 20 pescadores que el sábado nos trasladamos hasta Fuentidueña, algunos procedentes de distintos puntos de Valladolid, Burgos o Madrid, nos sentimos engañados y enormemente decepcionados por la situación que vivimos: recorrer el coto de arriba abajo, echando la caña bajo las vergueras, en las pozas y en todos los recovecos del río, sin una sola picada, con el correspondiente agotamiento físico y moral.

Con esta situación, han sentenciado de muerte la ilusión de centenares de personas que superamos los 70 años y que encontrábamos en la práctica de la pesca en los cotos intensivos la fórmula de mantener nuestro amor por el medio natural y de practicar un deporte en la naturaleza.