|Por Isaías Rodrigo|

En la villa se conocía a las familias por sus apodos. Un ejemplo era la de “los galgos”, compuesta por tres hermanos y el padre; personas humildes, trabajadoras y honradas que tenían que vivir a su manera. Sin faltar a nadie, se dedicaban a la caza siempre que la veda estuviera abierta. Todos los días salían al campo con sus galgos -creo que de ahí les viene el apodo- hasta que el padre y el hermano mayor se compraron una escopeta y con sus galgos salían a por conejos, liebres, palomas o codornices e incluso zorros. Casi siempre lo tenían encargado por los vecinos que deseaban comer conejo de campo.

Alternaban la caza con la pesca, que cuando la veda de las dos estaban abiertas hacían el servicio a su comodidad o a los pedidos que tuvierenAlternaban la caza con la pesca, que cuando la veda de las dos estaban abiertas hacían el servicio a su comodidad o a los pedidos que tuvieren. A sus mujeres se las veía por las tardes repartiendo la caza o la pesca a domicilio, bien entregando los pedidos o bien vendiendo a quien se lo pedía. Así pasaban días de verano y tiempos de caza.

Había otra familia que hacía igual, se los conocía como “los erizos” eran humildes, trabajadores como los otros y honrados a cual más, y responsables en su labor. Estas familias aprovechaban los días anteriores a las fiestas para servir los encargos que era muchos y poder atender a todos con sus ricos peces del Cega. Ellos pescaban todas las especies que el rio criaba, y con la caza era igual se partían el cuerpo solo por cumplir con los encargos antes de fiestas y por navidad, o la pesca a domicilio, bien entregando los pedidos o bien vendiendo a quien se lo pedía.

Otra profesión ya olvidada eran los carboneros. En los lejanos tiempos cuando en la villa no existían las calefacciones, más que en cuatro casas de los ricos, la mayoría de las familias eran humildes y sin medios para comprar leña y atizar una buena estufa, o gloria. Se usaba mucho el brasero, que todas las mañanas cuando mi amigo Pedro Quizás y yo íbamos a la escuela como pasábamos por la calle Colegio, la Plaza Mayor, Santa Cruz, San Francisco, en todas las puertas tenían el típico brasero encendiéndose con el aire y al pasar nos calentábamos en casi todos.

En el pinar de la villa, tenían a toda la familia recogiendo piñas por el pinar muchos días de primavera y veranoPues bien, para que estos pudieran cumplir con su cometido, había en la villa unas familias que durante todo el año se dedicaban a hacer carbón de piña. En el pinar de la villa, tenían a toda la familia recogiendo piñas por el pinar muchos días de primavera y verano, ya que eran muchos miles de piñas las que usaban para hacer el carbón, estuvieron muchos años haciéndolo en el paraje conocido como las pegueras, y después en la cañada. Mientras, el carbón de encina lo hacían en el monte de los Torres que abunda la encina, esto lo usaban en las cocinas para guisar.

Las familias que durante casi todo el año se dedicaban a hacer carbón eran los conocidos como Los Caralos, Los Maitas, y otros que se los conocían como los carboneros. Todas familias trabajadoras y responsables en su profesión, buena gente, en las ventas servían a domicilio previo aviso, y vendían en el mercado de Segovia.

Quiero hacer una pequeña aclaración, si no pongo el nombre de estas personas es porque eran más conocidos por el apodo y creo que a ellos no les molesta, pero si alguna persona se molestase por ello, yo pido perdón y digo que mi intención solo es relatar cosas de la villa, que no se pierdan estos recuerdos de estas familias que tanto han servido a los vecinos de la villa, y son sus profesiones tan respetables como las demás.