|Por Isaías Rodrigo|

Lorenzo Poza Sancho, fue un hombre emprendedor como otros hijos de Cuéllar que supieron demostrar su valía creando empresas para el desarrollo de la villa,

Hoy quiero dar, como buenos amigos que fuimos, un recuerdo a este hombre que supo demostrar sus instintos de ver el futuro.

Su primera empresa fue un taller de reparaciones y venta de bicicletas en sociedad con un hombre que se apellidaba Del Bosque, en 1926 este taller estuvo ubicado en la calle nueva donde hoy se encuentra una zapatería, frente a las escuelas de La Villa, con el nombre comercial, Garaje Bosque Poza. El negocio fue bien ya que como era el único que vendía aquellos artilugios de dos ruedas, que tanto llamaban la atención a las gentes de la época, para promocionarlo nunca regateo esfuerzos, colaborando, en carreras ciclistas que se programaban en ferias y fiestas o días señalados, como era siempre unas vueltas al monte. (Se iba por la carretera de Bahabón hasta el cruce con la carretera de Torrescárcela, venir a Cuéllar y subir la calle nueva dos o tres veces). Él mismo programó alguna carrera y así aumentaba sus ventas, como fue la del 17 de junio de 1932. El itinerario de esa carrera fue: Cuéllar, Sanchonuño, Pinarejos, Navalmanzano, Fuentepelayo, Aguilafuente, Lastras de Cuéllar, Hontalbilla, Dehesa de Cuéllar.

Con el paso del tiempo, llegó a hacerse famosa como la conocida de La Chuleta que hoy disfrutamos en ferias de abril (puede que sea ésta el embrión de la famosa de La Chuleta).

Otra faceta del señor Lorenzo, fue, con su ánimo de superación, en la década de los años treinta, del siglo XX el Ayuntamiento le concede la licencia de la explotación de uno de los taxis que hubo por entonces en la villa, aunque no era un gran negocio, sí que era una ayuda en la economía doméstica. Este taxi, igual que los demás fueron requisados por el ejército en los años revueltos de 1936 a 1939 de la guerra civil.

A la par este hombre explotaba otros dos negocios. Ya pasada la tormenta política, en el pueblo los labradores comenzaron a hacer pozos, para regar sus campos y tener mejores cosechas y producir alimentos, es, cuando el instinto de este hombre ve el futuro y comienza a vender motores de riego a los labradores y fue el “Boom” de ventas en aquellos años, me cuentan que en una temporada llego a vender más de 400 motores, de varias marcas, como el Vallino, el Ceres, Campeón, Diter o la marca que el cliente pedía.

Tenía una forma de trato con el cliente que nadie salía de su casa disgustado, por el trato que recibía. Como cosa nueva para el agricultor estos hombres tenían sus dudas en el manejo del motor, cuando llegaban al taller con alguna sugerencia, sobre el problema que creían tener, que si no saca agua, que si no arranca. Enseguida le daba una solución, y agradable para el cliente, tráele que le mire Victoriano (era el mecánico), y te llevas otro mientras dure la reparación, bien que sabía que el agricultor lo peor que le podía pasar eran no poder regar sus campos en verano.

Tenía una mano izquierda como se dice por estas tierras, que todos los problemas del cliente se los resolvía con aquella sonrisa tan agradable que tenía para el trato con el cliente.

Se dio cuenta muy a tiempo de que el mejor servicio al cliente era en el campo al pie del pozo, y creo un servicio de desplazamiento directo, aquí es cuando comienza la ampliación de puestos de trabajo, y se ve a estos trabajadores con su motocicleta y su caja de herramientas recorrer los campos, prestando servicio donde los requerían.

La venta de estos motores duró hasta que por los años 60, aparecen los riegos por aspersión, el labrador ve que esto es más cómodo y más limpio y comienza a usar estos nuevos aparatos, Lorenzo como antes aprovecha y trae todo cuanto necesita el nuevo riego, aquí se comienzan a hacer las perforaciones y este hombre trae una perforadora para dar el servicio completo, crea más puestos de trabajo, y abre en Segovia un zona de ventas en el barrio de San Millán.

Como su proyecto es de abastecer al labrador de toda clase de maquinaria vende tractores, cosechadoras, arados, gradas sembradoras y toda máquina que le pide el más caprichoso cliente, y todo cuanto le pide el cliente, todo este tramado de ventas fue creado por este hombre.

Cuando Lorenzo Poza Sancho se jubila el negocio pasa a manos de su hijo que también se llama Lorenzo Poza Senovilla.

Yo fui buen amigo de Lorenzo Poza Sancho y me siento orgulloso de ello.