| Por Francisco Salamanca | | Fotos: Álvaro MZ |

En tarde soleada, con apenas un cuarto de entrada se lidiaron toros del hierro de Pedrés, serios y grandes, algunos muy grandes, en general de buena presencia de salida, nobles y descastados, escasos de fuerza, se derrumbaron todos, excepto el 6º, un toro meleno que mostró algo de raza. 1º, 2º, 3º, 4º y 6º muy escobillados de pitones desde el primer tercio. Brillaron en la brega,  Revuelta y Carretero. La cuadra de picar mereció un aplauso.

Iván Vicente y Morenito de Aranda salieron por la puerta grande, Fortes cortó una oreja.

Esto del toreo, llamado la parte seria del espectáculo taurino, puede liquidarse en pocos años, la fiesta se ha convertido en algo tan previsible y aburrido que la emoción llega a ser anecdótica la mayoría de las tardes. Traducción, espectáculo insostenible por la taquilla.

Cartel muy atractivo con escasa repercusión sobre el tendido.

Iván Vicente a su primero, un toro parado y reservón, logró embarcarle en la muleta a media altura. Por el pitón izquierdo el morlaco iba más largo y el de Soto del Real le sacó lo que no tenía. Pinchazo y estocada, petición y oreja. El cuarto que era un tío, ya flojeó en el capote, más en el caballo y se derrumbó en la primera serie con la muleta, pero los cuidados del diestro madrileño, marcando unos tiempos más cortos en la embestida, con un desplazamiento aceptable, lograron muletazos de gran belleza y calidad, gustándose y llegando al graderío. Estocada trasera y oreja.

Fortes con el imposible tercero, logró alguna tanda con el estaquillador por debajo de los pitones, cruzándose mucho y en las cercanías. Estocada caída y oreja. El sexto mostró algo de raza y el malagueño logró dar la única tanda por verónicas de la tarde, rematada con una buena media. En el último tercio le dio distancia y obtuvo dos tandas de bella factura. Mató mal silenciándose su labor.

Morenito nada pudo hacer con el inválido segundo, a pesar de intentarlo a diferentes alturas y distancias. Con el quinto, un toro que superaba los 600 kilos y que se derrumbó en la primera serie de muleta, estuvo capaz, sabio, profesional y torero, sacando petróleo del de Pedrés. El empeño y la maestría del arandino superó la falta de casta de su oponente, le corrigió la distancia, le enseñó a embestir con suavidad al engaño, marco los tiempos y salvó al ganadero del bochorno. Lo mejor de la tarde, sin duda. Media estocada y dos descabellos desorejaron al burel.

Los toreros salvaron la tarde, estando muy por encima de sus oponentes, pero esto que puede suceder a veces, no puede convertirse en norma. La fiesta para subsistir tiene que seguir siendo la fiesta de los toros.