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|Foto: Gabriel Gómez|

Ángel Gómez pisó hace unos días el Teatro Juan Bravo como director del grupo Los Mirmidones de Cuéllar, y  hoy a las 20.30 horas vuelve al Teatro de la Diputación para dirigir a Tempus Gaudi, otra compañía de aficionados de la escena de Cuéllar, pero que nada tiene que ver con la primera. Tempus Gaudi, compuesto de 15 personas, acude a esta XVIII Muestra Provincial de Teatro para presentar ‘La Molinera de Arcos’.

Tempus Gaudi es el tercer grupo de Cuéllar que actúa en esta Muestra, ¿siempre ha sido tan amplia la afición de los cuellaranos por el teatro?

Bueno, sí. Siempre. Hay referencias claras de antaño, con grupos populares de la localidad, viviendo en escena las obras del momento. Después, desde hace ya muchos años, más de 30, Zereia ha mantenido la luz teatral con mucho esfuerzo y mucho acierto.

Quienes amamos el teatro debemos manifestar públicamente, nuestra gratitud a este grupo aficionado. La desgracia para Cuéllar es que siempre ha carecido, y carece, de un espacio escénico digno, en el que poder representar las obras dramáticas. A los distintos ayuntamientos que han regido el pueblo, les ha importado poco o nada este problema. Pero es una demanda que hay que solucionar pronto.

¿Qué diferencias hay entre dirigir a Los Mirmidones y dirigir a Tempus Gaudi? ¿La participación en uno u otro grupo está limitada a alguna condición?

La diferencia es mucha. Los Mirmidones es un grupo fundamentalmente de jóvenes, Tempus Gaudi, de personas mayores. Los Mirmidones tiene como objetivo fundamental expandir la cultura clásica por nuestras tierras, Tempus Gaudi pretenden divertirse, demostrase a sí mismos, que son capaces de participar activamente en la convivencia social de nuestro pueblo.

Que la jubilación no es un acto de rendición al tiempo, sino un modo nuevo de vivir, sin compromisos laborales, pero con compromisos ante sí mismos y ante la sociedad en la que participan. Por otra parte, Mirmidones llevan ya una experiencia de más de diez años. Tempus Gaudi son nuevos y están aprendiéndolo todo, desde moverse, hablar despacio, gesticular…

‘La molinera de Arcos’ es una obra que lleváis representando por diferentes escenarios desde hace meses, ¿qué es lo que más estáis valorando de la respuesta del público?

La sencillez de la obra y su gracia cautivan a los espectadores. Es una obra costumbrista, reflejo de una sociedad clasista del siglo XVIII, en la que los fuertes son vencidos por la gracia y el desparpajo de los humildes, todo en una sucesión de risas y carcajadas continuas.

¿Qué es lo más interesante de la obra de Casona -a la hora de llevarla a las tablas- para un grupo de teatro aficionado?

Su simpleza, en el buen sentido de la palabra. Es una obra sencilla, atractiva para todos los públicos, llena de humor simple y cotidiano, donde los poderosos pretenden obtener tajada por entender que les pertenece el beneficio por derecho natural ante sus subordinados; pero quedan ridiculizados por la habilidad del simple.

¿Ha sido necesario adaptar de algún modo el texto original del autor?

No, el texto va tal cual Alejandro Casona lo escribió.

¿A qué suena el Teatro Juan Bravo cuando aplaude?

A música celestial, sobre todo para los oídos de quienes nunca han sido aplaudidos por nada, a pesar de tanto esfuerzo realizado en la vida por construir una sociedad mejor. Las personas mayores de Cuéllar, como las de todas partes, han sustentado esta sociedad que hoy tanto nos da y a la vez tanto maltratamos. A cambio, pocas veces han sido reconocidos. Que estas gentes se sientan aplaudidas, es muy fuerte, muy solemne y muy satisfactorio.