| Fotos: Gabriel Gómez  |

|  La lluvia obligó a celebrar el cortejo fúnebre en el recinto del Centro de Día  |

Un año más el Carnaval dio paso a la Cuaresma, a regañadientes y con un último acto festivo: el entierro de la sardina. En esta ocasión, obligado por la lluvia, el cortejo fúnebre cuellarano no pudo hacer su recorrido habitual por las calles cercanas y se tuvo que conformar con discurrir por el Centro de Día.

Al ritmo de la dulzaina y el tamboril de Los Guti, la sardina fue llevada en andas dando varias vueltas por el interior y el jardín del Centro de Día de Personas Mayores de la villa, seguida de un cortejo compuesto por usuarios del propio centro, además de otros del centro Mar de Pinares de la Fundación Personas y algunos curiosos. La afluencia a la ceremonia fue menor que otros años, probablemente a causa de la lluvia.

Entre jotas, risas y llantos fue llevada hasta el jardín donde le esperaba la hoguera. Finalizada la procesión, el plañidero cortejo, entre fingidas lágrimas, se despidió de la sardina antes de ser incinerada.

Para acabar, como es costumbre, los asistentes pudieron degustar sardinas asadas, con pan y limonada preparados por los usuarios del centro de personas mayores.