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| Por Pablo Quevedo Lázaro|

La sala de exposiciones de Las Tenerías acoge durante estos meses de julio y agosto lo que considero uno de los grandes eventos culturales y artísticos que están teniendo lugar en la villa de Cuéllar a lo largo de este verano, una pequeña muestra de la colección de dibujos y pinturas de Noé Quintanilla Senovilla.

Estamos ante una exposición de arte de envergadura, con obras que atesoran una calidad fuera de lo común, de estilos nunca vistos por estos lares, con una variedad insólita que contribuye a dar más realce y atractivo a la muestra.

Noé Quintanilla nos presenta en esta exposición una pequeñísima parte de la gran colección de arte que ha conseguido reunir a lo largo de varias décadas, movido por la pasión por la actividad artística en todas sus formas, circunstancia que además le ha otorgado unos envidiables conocimientos de la historia del arte, vinculada a la evolución de las culturas, podría afirmar incluso que de los cinco continentes.

La condición de guardar, de atesorar, de coleccionar, es innata a todo ser humano. Desde niños, todos tendemos a conservar recuerdos de experiencias, viajes, regalos, personas… Y al final, esa pequeña o gran colección es imagen y semejanza de su creador, de quien la ha conformado después de toda una vida.

La colección de Noé Quintanilla también es un espejo de su creador y nos dice mucho de la sensibilidad de una persona capaz de emocionarse ante una obra de arte, de una persona culta, con una biblioteca sobada de relecturas de autores clásicos y grandes de la Literatura, (porque para saber algo de Arte uno tiene que haber leído La Leyenda Dorada y la Metamorfosis de Ovidio, como explica el propio Noé), de una persona que conoce los pasillos de los grandes museos europeos.

Aunque quizás la mejor colección sea la amplitud de amigos y de personas que le quieren y le aprecian, desde ese gitano del Rastro que le llama señor Noé y hasta le invita a la boda de su hija hasta el empresario que busca en él su consejo o asesoramiento. Quizás esa amplitud de amigos esté relacionada, como él dice, con el hecho de que nunca habla de enfermedades.

Y finalmente esta exposición es buena muestra del enorme cariño que Noé tiene por Cuéllar, su pueblo, el pueblo de sus padres, de su familia y de muchos de sus amigos que periódicamente se reencuentran con él. Es uno de los grandes embajadores de Cuéllar en Madrid y no se corta un pelo cuando suena el A por ellos en su teléfono móvil, aunque esté reunido con un alto directivo de un banco español cerrando una operación empresarial.

Gracias Noé y gracias Carmina por este magnífico regalo que con esta exposición hacéis a Cuéllar y a todos los que nos habéis contagiado de esta pasión por el arte.