|Por César Quintanilla|

Difícil es comenzar el tema que hoy me gustaría tratar, difícil y arriesgado aunque con prudencia quizás se pueda sacar algo en limpio.
Nada que ver con el tema tan traído y llevado de la política, ni tampoco con la vida en las redes sociales, es quizás algo muy personal cuyas consecuencias si no se ataja, pueden ser peligrosas. Hoy deseo hacer mi valoración sobre `La Autoestima´, una esencia vital bajo mi punto de vista muy necesaria en las personas, disponer y mejorar nuestra propia autoestima en pro de una vida mejor conceptuada sobre nuestros propios valores.

La autoestima personal tiende a doblegarnos cuando los años avanzan, en tiempos de pieles cuyos surcos comienzan a dejarse ver, en malas embestidas del tiempo, en asuntos difíciles de resolver. Solemos mostrarnos inseguros padeciendo dolencias sentimentales o asumiendo que nuestro valor en el camino no está o no se corresponde con lo que hubiéramos querido que fuera. Hacer frente a las incertidumbres y obligarnos a ser aún más de lo que somos en lo cotidiano de la vida. Mirarse ante un espejo y decirse ¡Yo puedo!, hacer frente mirándonos ante nuestros propios ojos y decir ¡Yo puedo…seguro que puedo!.

Nadie sabe si solo se vive una vez o si tras lo desconocido de la muerte hay otra vida, el mito del más allá desconocido por todos, nos hace suponer que sólo vivimos una vez, una vez nada más y es por ello que o movemos los hilos de nuestra voluntad o perderemos batallas quedando sumidos en el rincón de la depresión.
Ese yo íntimo, personal y escondido que llevamos dentro es el que nos tiene que apoyar cuando flaqueen las fuerzas, cuando el dolor nos carcoma el corazón por la pérdida de algún ser querido, cuando alguien se va, cuando se sienta debilidad y se deje caer la toalla porque un día nos detecten una enfermedad, ese yo ha de salir en nuestra ayuda y hacerse valer rompiendo lanzas, no dejándonos entregar a la soledad dañina, a la pérdida de ilusión y por tanto ver el abismo muy cerca.

Fuerza de voluntad es lo que trata de romper la depresión y la falta de autoestima, sin voluntad perderemos guerras con graves consecuencias, voluntad cada mañana, cada día cuando comienza, cada situación difícil. El tiempo es un aliado de la voluntad propia, el tiempo cicatriza por un lado heridas y por otro gana partidas si somos capaces de entender que la vida es la nuestra y que en muchas ocasiones de nuestra vida y de nuestro comportamiento, dependen personas, personas queridas que se merecen lo bueno de nuestra parte, el agradecimiento de una sonrisa, de un detalle insignificante. La Autoestima, con mayúsculas, la tendremos que cultivar como se cultiva la tierra si queremos sacar buenos frutos, sentirse capaces de valorar positivamente nuestros actos es el abono que mejora el rendimiento, frágil rendimiento de un cultivo delicado como es el de considerar que nuestra vida es lo más importante, ya que como bien digo habrá personas que nos necesiten como somos y en nosotros busquen una mano tendida.

Recuerdo que alguien una vez me comentó cual era el primer paso que damos cuando creemos que ya somos mayores, que envejecemos y que vamos perdiendo autoestima, recuerdo que mirarse las manos, cogidas una de la otra, mirándonos repetidas veces como se dejan ver las venas, como los cabellos crecen por encima de nuestros dedos o como en cada palmo de la mano, las rayas nos dejan ver formas de letras. Me decían que mirarse las manos sin que uno se diera cuenta, era un síntoma de tener en cuenta y que era una adicción a controlar. Una gran dosis de autoestima cada mañana y un examen de conciencia cada noche para valorar si hemos sido capaces de considerarnos valiosos o no en nuestro comportamiento y nuestras acciones.

Tener una autoestima sana nos da la posibilidad de abrirnos a los demás, hacer con nuestra conducta que el entorno que nos rodea se sienta más feliz, pero para ello nosotros hemos de creer en que siendo felices como somos, podemos hacer que los demás sientan lo mismo, somos útiles y estamos contentos con nosotros mismos.
Abrir la puerta de nuestros sentimientos, creer en lo que hacemos y reconocer lo que hacemos o creemos que hacemos mal.

Cada mañana, cada momento de un nuevo día tenemos que estar atentos a nuestro comportamiento, si no lo hacemos daríamos lugar a una batalla perdida con las depresiones que siempre nos acechan y saben desenvainar su espada en el momento oportuno.

Hay que sentirse feliz, feliz de como somos, así de sencillo.