| La cofradía ha restaurado un limosnero encontrado durante la restauración de la sacristía de la iglesia de San Miguel |
El Niño de la Bola está ya preparado para protagonizar mañana la que será la primera procesión del año. Una cita para la que ayer los hermanos de la cofradía le vistieron y prepararon sus andas. La procesión partirá de la iglesia de San Miguel a las 17.00 horas al ritmo de las dulzainas de los Hermanos Ramos. A este templo regresará tras su recorrido por el casco histórico de la villa, incluyendo una parada en la iglesia de San Esteban para entonar unos villancicos y la oración del Niño. La procesión re repetirá el 6 de enero, Día de Reyes.
Limosnero
Este año la Cofradía ha restaurado un limosnero que se halló durante la restauración de la sacristía de la iglesia de San Miguel, templo que acoge la imagen del Niño. El historiador Juan Carlos llorente detalló que se encontró en uno de los cajones oculto. Se realizó una consulta a los hermanos mayores de la cofradía y se decidió restaurarlo.
Llorente señaló que “no es de gran valor artístico, pero sí sentimental, porque esta pieza iba de casa en casa, recorriendo las casas de los devotos que lo solicitaban”. Ahora, el limosnero se conservará como una reliquia más de la imagen.
El historiador detalló que la fotografía es del padre carmelita Benito de Frutos, al que definió como “gran etnólogo cuellarano”. Además, destacó que la fotografía está coloreada, lo que para la fecha en que se hizo, en torno a 1924 “era un logro extraordinario colorear una foto”. De esta instantánea Llorente reseñó que tiene su importancia porque muestra la cruz de cristal de roca que tuvo el Niño de la Bola y que desapareció. También muestra en su mano derecha algunas reliquias de coral como unas botitas y una campanilla, además del antiguo traje de la imagen.
Restauración
El taller Dammar restauraciones ha sido el encargado de los trabajos. Diana Martínez, una de las restauradoras, señaló que la pieza tenía varias capas de pintura con estucos que han sido eliminadas porque eran de baja calidad. Al principio pensaron que podía tratarse de una plata antigua, “pero cuando llegamos al metal estaba todo oxidado”, especialmente dañadas estaban las columnas de la pieza.
Martínez dijo que se pusieron en contacto con un orfebre que se ha encargado de pulir el metal, al que después han dado un baño de níquel y otro de plata para mejorar su imagen, ya que se trata de hojalata. Finalmente se ha dado una capa de protección.
El cristal del limosnero estaba roto y se ha sustituido por uno de protección que evita que la fotografía interior se degrade con la luz.
Los trabajos se han desarrollado durante un mes y medio por lo costoso que ha sido eliminar la pintura, el óxido y el pulido.