Pablo Quevedo padre e hijo mostrando el libro que realizaron juntos. | Foto: Henar Quevedo |
| Por Pablo Quevedo Senovilla |

No sé si mi hijo Pablo era consciente de hasta qué punto su persona, su trabajo y su enfermedad iban a tener tanta proyección durante tanto tiempo. Tal vez, sí, por haber sabido desde el primer día de su dolencia que tenía que ver lo positivo y debía luchar, con un dialecto suave, al lado de su padre, hermana, cuñado, familia y amigos.

Es indudable que en estos últimos treinta meses ha vivido en contacto con la naturaleza, con el paisaje y los acompañantes, haciendo posible que mi hijo se impregnase de unos aires limpios, de caminos recorridos y que haya disfrutado ligeramente muchos días durante ese tiempo.

Hoy el camino ha terminado y damos “gracias” con una sincera y pura amabilidad a todas aquellas personas que de una forma u otra han acompañado a la familia en estos momentos tan dolorosos.

Tras mi fatiga, que mis fuerzas agota, recibid un cariñoso abrazo.