| Requiere recoger el pelo, una peineta, horquillas y habilidad para centrarla |

| Fotos: Nuria Pascual |

Ponerse la mantilla es todo un arte y así quedó patente en el taller impartido por la cuellarana Conchi Bayón y organizado por la Cofradía de Nuestra Señora de La Soledad de Cuéllar.

Bayón explicó detalladamente a las asistentes cómo debían colocar correctamente este complemento que visten las manolas en las procesiones de Jueves Santo, Viernes Santo y el Domingo de Resurrección en Cuéllar. Tras la explicación llegó el momento de las prácticas y las alumnas con ayuda de Bayón trataron de aplicar los conocimientos adquiridos.

Bayón afirma que la mantilla hay que colocarla “con mucho cariño”. Así, detalla que debe hacerse “recogiendo el pelo, intentando que sea favorecedor a la cara”. Además de la mantilla se necesitan horquillas, una teja o peineta y un broche.

Lo ideal es hacerse un moño medio en el que clavar la peineta centrada con la frente y la nariz, tratando de evitar que se desplace hacia delante “que vaya recta”. La mantilla se dobla a la mitad y se busca el centro para después aplicarla centrada sobre la peineta y el rostro. El siguiente paso es sujetar con la mano sobre la cabeza para comenzar a colocar las horquillas.

Por los laterales se procura que la onda cubra un poco la cara “para que favorezca más” y finalmente se recoge en la parte posterior con horquillas y pliegues o un frunce para poner el broche.

Si la mantilla pesa a quien la porta puede anclarse a los hombros abullonándola y sujetándola con agujones al vestido o abrigo para que descanse.

Si se tiene el pelo corto también se puede llevar mantilla, eso sí se requiere de habilidad por parte de la persona que vaya a colocarla, para conseguir que la mantilla se sujete. Un postizo o uno o varios bigudíes de peluquería pueden ser soluciones para ello.

Bayón recordó que en los años 20 la mantilla se colocaba más caída hacia la cara, si bien posteriormente la tendencia fue a llevar el rostro más despejado. “Ahora se vuelve a ir con las ondas a la cara”, apunta, aunque no tan bajas. Añadió que el código de vestimenta no se marca en cuanto a las mantillas sino en lo relativo a los vestidos y su longitud que suele ser por la rodilla.

En cuanto a la mantilla, apuntó que antes eran más cortas y lo idóneo es que por delante quedaran a la altura de las manos y por detrás a la altura de las caderas. Ahora, las mantillas son más grandes y por detrás, en muchas ocasiones, sobrepasa el largo del vestido. En cuanto al color, recuerda que el Domingo de Resurrección la mantilla negra se sustituye por una blanca o cruda que se recomienda llevar con teja de nácar, aunque también puede llevarse en color carey. “La mantilla blanca da mucha más luz y favorece más”, apuntó.

La mantilla no solo se utiliza en Semana Santa, sino que en Cuéllar también es habitual que la lleven la corregidora y las damas en las fiestas. En ese momento Bayón indicó que los vestidos pueden ser estampados o de color y ella las adorna con flores naturales.

Esta cuellarana lleva tres décadas colocando mantillas “tantos como vistiendo a las corregidoras”, afirma.

Al concluir el taller, la cofradía de la Soledad entregó a Conchi Bayón un obsequio en agradecimiento por su colaboración en la realización de ese curso de colocación de mantilla. Se trataba de un cuadro con una imagen de Bayón ataviada con mantilla junto a la imagen de Nuestra Señora de La Soledad de la villa.