|Por Conchi Sanz|

PRÓLOGO

El relato dramático jocoso en un acto, o lo que es lo mismo, el sainete reflejaba en su momento la vida social, se representaba entre actos o al final de una obra teatral. La crítica en la que generalmente se fundaba era meramente moral. Por esto la pieza que aparece a continuación podría encajar dentro de este género, sin que por ello el tema tratado pierda fundamento ni se vea mermada su intención.

No pretende ser calificado por ningún vocablo acabado en “ismo”. La autora lo ha escrito con todo respeto y admiración a las personas que intentan conseguir que la igualdad de derechos entre hombres y mujeres sea una realidad.

Con el mismo respeto se ha inspirado en el famoso DON QUIJOTE DE LA MANCHA valeroso incansable por la defensa de sus ideales. La autora refleja a la mujer como digna representante de ello.

Al contrario que al Hombre de la Triste Figura a quien influyeran las novelas leídas, a ella le mueve la cordura fruto de lo visto y vivido hasta el momento.

La coletilla que aparece en el título “con E”, intenta llamar nuestra atención para hacernos reflexionar sobre lo que en verdad importa: el persona. (Ha leído bien, el artículo está escrito con la misma finalidad).

Faltando escritor reconocido, hecho carente de importancia, este prólogo lo firma la propia autora.

 

ACTO 1º Y ÚNICO

 

En un lugar … “cualquiera”

cuyo nombre no es relevante

ha mucho tiempo viviera

ingeniosa hidalga expectante

conquistar justicia quisiera,

derrotar viriles talantes.

 

“Como hidalga se me imagine

en homenaje al de la triste figua, 

vasalla o doncella se me nomine

el mesmo infortunio nos satura,

linaje al gusto vos determine

laya no atañe la desventura”.

 

Defensora de quimera

que injusta ley propinó,

siendo persona de primera

su leyenda no se plasmó,

novela alguna llama prendiera

ningún Amadís[1] sueño veló.

 

“Ensiendo yo la soñadora

valiéndome de la ocasión,

preferente facerlo agora

sin antesala a vacilación,

afirmo sin más demora

igual fémina que varón”.

 

Como lanza empuña orgullo

herido en incontables batallas,

dientes pierde con el barullo

mas su voz jamás le falla,

haciendo gala de murmullo

ejércitos y mercaderes calla.

 

– “Me disponía mentar capullo

mas desmerece citar morralla

entratándose de mi orgullo

nadie donaría talla,

aquí el párrafo concluyo

no ha menester la medalla”.

 

Su armadura aquí relumbre

(no mengua resplandor),

abolla la muchedumbre,

recobra forma anterior,

tocará con ella cumbre

encajada es con honor.

 

“Ensiguiendo la costumbre

soslayando el rencor,

retiro leña a la lumbre

no leyere inquisidor,

muchedumbre no vislumbre

opine según prefiere el lector.”

 

A falta de celada que poner;

o rocín que ir bautizando,

no habiendo brida que torcer

cuando la senda va estrechando

solo la bizarría de mujer

los traspiés va sorteando.

 

Mi única montura han de saber,

la del santo que están pensando,

unas veces marcho de pie

y otras muchas andando,

vuestras mercedes no han de temer

de caídas ireme yo levantando”.

 

No hallose distinguida venta

do aquesta armar caballero

designación no presenta

en su cabeza quebradero,

derechos solo atormentan

sin menosprecio a ventero.

 

“Recuerdo a quien inventa

hallome falta de escudero,

con la venia de quien comenta

sobrada no soy de compañero,

menester en supuesta venta

Sancho, camisa limpia y algún dinero”.

 

Dulcineas no exige alabar

ni a criados ni a labriegos,

ni bálsamo que tomar

para facilitarle sosiego,

ordenanza debe manar

devastando tal despego.

 

“Antes que deme en pensar

añadan escribanos al pliego

demanda procede engordar,

quien burlando llene talego

albarda prieta hay que atar,

¡mazmorra aloje a estratego¡.

Batalla contra molinos

en ofensiva febril

con rebaño vellocino

sin recelar polvorín,

turbándola el desatino

nunca esconde el perfil.

 

Pardiez esté bien seguro vos

amedrentarme es tarea senil,

mas si miaja uniéramos nos

y corregidores luciesen mandil

a diferencias diríamos adiós,

alumbraría el mesmo candil”.

 

De barbero bacía soñadora

confunde la semejanza,

aplique preciso añora

hacedero motivo de chanza,

presto esta valiente implora

Yelmo de Mambrino[2] a usanza.

 

“Pudiesen juzgar a servidora

por locura ronde mi cabeza,

de pócimas nunca fui bebedora

quedó enunciada mi tristeza

sea igual caballero a señora

¿no es razón de entereza?”.

  

Entre burlas de cabreros

de alguna distraída dama

de señores cortesanos

de conjuros y proclamas

de castillos hechiceros

continua el melodrama.

 

“Agradecida soy de veros

mas deberes me reclaman,

allanen conmigo el sendero

no echen en saco la trama,

excusas de vos yo requiero

antes de prender mala fama”.

Deseemos no surja Bachiller

con embaucadora intención,

magistrados con poder

real conviertan la ilusión,

géneros parejos obtener

del relato es pretensión.

 

“Esta chiflada a su vez

trataba con la invención

(sin acritud a poder ser)

llamar un tanto su atención

para antes de difunta ver

armarme caballero yo”.

 

FIN

de momento no hay

seguiremos hasta conseguirlo …

[1] Amadís de Gaula personaje de ficción que protagoniza varias novelas de caballería.
[2] Yelmo de Mambrino ficticio casco de oro puro que hacía invulnerable a su portador.