|Fotos: Gabriel Gómez y Nuria Pascual |

La talla de San Miguel regresó ayer a la hornacina de la fachada de la iglesia parroquial de Cuéllar a la que da nombre. Lo hacía casi cinco años después de haber abandonado ese espacio para ser restaurada. La imagen, de madera policromada, se encontraba muy deteriorada por el paso del tiempo y el efecto de la climatología que la había hecho perder toda la policromía.

La imagen recuperó su lugar tras su paso por el taller de Dammar restauraciones donde se le han aplicado los tratamientos necesarios para su conservación. Los trabajos de restauración han sido sufragados por la parroquia.

El historiador cuellarano, Juan Carlos Llorente, destaca que la imagen del santo que se ha conocido en los últimos siglos en la hornacina de la fachada oeste del templo es de madera maciza y aunque no se puede constatar documentalmente era la imagen que presidía el altar mayor de la iglesia antes de colocarse el altar barroco que hoy conocemos“. Llorente apunta que al remodelarse la fachada a mediados del siglo XVII se adoptó la idea de trasladarla a ese lugar donde ha permanecido desde entonces.

A la imagen se la ha conocido tal cual hoy se muestra rehabilitada, según el historiador, portando en su mano derecha una balanza de dos platillos “sin embargo el análisis de la imagen nos viene a decir que seguramente de esa mano en su día portaba una lanza apuntando al dragón-demonio que tienen a sus pies; y en su mano izquierda también se supone que portaría una espada como parte del  conjunto de la coraza completa que presenta el santo”. Añadió que la imagen se presenta revestida totalmente de coraza “cuyas pinturas, esmaltes, desaparecieron definitivamente y no se ha podido recuperar nada de eso”.

Llorente detalla que el dragón-demonio que se encuentra a los pies de la imagen está cercenado, ya que “al parecer para adaptarle a esa nueva hornacina tuvieron que cercenar parte del mismo y así aparece”. Ahora se reconoce la cabeza y alguna pezuña.

Es una obra que se puede fechar en el último cuarto del siglo XV o primeros años del XVI, según indica Llorente. “Una época en la que la imaginería castellana tiene  influencias de la flamenca, de ese estilo que ha pasado a la historia del arte como hispano-flamenco”. Una talla de estilo cercano a algunos conocidos imagineros como Alejo de Vahía. 

El historiador apunta que las restauradoras han señalado que no era conveniente volver a exponer la imagen a la climatología y a las palomas, por ello la parroquia va a estudiar una solución que proteja la imagen en la hornacina.