La Comunidad de Regantes El Carracillo ha solicitado a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) adecuar el caudal ecológico del Cega para “llevar la vida” a los nueve municipios que integran esta comarca segoviana, referente nacional de la horticultura.
La entidad propone modificar la concesión de riego que le fue otorgada en 1999, en la que se establece un caudal mínimo que se debe respetar de 6.898 litros por segundo en el río Cega. “Cuando el río lleva más de esa cantidad es cuando los regantes pueden desviar su agua y filtrarla para recargar los acuíferos existentes en la zona, y es precisamente de esos cauces subterráneos de donde se toma el líquido para regar”, señalan.
Ese desvío solo puede producirse entre los meses de enero y abril, “cuando el agua llega hasta el mar sin ser aprovechada”, apunta Enrique Herranz, presidente de la comunidad de regantes. Así señalan que el caudal del Cega en los últimos 30 años “se encuentra en invierno entre los 3.000 y los 5.000 litros por segundo, de modo que lo previsto en la concesión olvida la realidad de este río”. De hecho, aseguran que ese límite de 6.898 litros por segundo “solo se supera algunos años, y nunca más de entre 15 y 20 días al año”, subraya Herranz. Esa indican que es la razón por la que los regantes han solicitado situar el caudal mínimo que permite desviar el agua hasta los 610 litros por segundo. “El nivel estaría muy por encima del caudal ecológico que prevé el Plan Hidrológico del Duero, aprobado el pasado enero”, afirman. “Se respeta la legalidad con creces”, señala el presidente.
“Se debe tener en cuenta que el caudal ecológico establecido por la norma para el río Cega es fruto del análisis realizado por la Confederación Hidrográfica del Duero, con la participación de los agentes sociales, administraciones y asociaciones ambientales mediante los procesos de concertación e información pública”, señalan. Por eso la comunidad de regantes entiende “que es en este proceso donde se deberían haber manifestado las entidades que ahora se oponen al proyecto”.
La modificación solicitada permitiría emplear 14,2 hectómetros cúbicos (frente a los actuales 22,4, con lo que se extraería un 36,6% menos) para regar 2.950 hectáreas, explican. Aseguran también que el nuevo marco no perjudicaría al medio ambiente y permitiría consolidar una actividad económica que integra a más de 400 explotaciones y 20 empresas hortofrutícolas, y que da empleo a 3.000 personas en la comarca.
Beneficios ecológicos de la recarga
La Comunidad de Regantes El Carracillo destaca que la recarga de los acuíferos eleva su nivel freático. Al derivar agua del Cega, ésta discurre por cauces naturales y vuelve a llenar lagunas y otros espacios húmedos, con lo que el territorio se llena de vida vegetal y animal: cigüeñas, garzas, anátidas, ranas y sapos, entre otras especies, pueblan estas áreas, por lo que “el agua se convierte en vida”.
Asímismo señalan que se debe tener en cuenta que, con la modificación de la concesión “El Carracillo abandonará la extracción de agua del acuífero profundo de Los Arenales, que riega 1.500 hectáreas desde 300 metros de profundidad; con lo cual mejorará ese acuífero”. Esta realidad apuntan que beneficiará de forma especial a Cuéllar y los pueblos de alrededor, que con el tiempo verán subir sus caudales de agua.
“Las nuevas aguas serán de mayor calidad y permitirán un riego más eficiente y respetuoso con el medio ambiente, al reducirse la energía necesaria para la extracción del agua y eliminarse líneas eléctricas, motores y bombas diésel”, afirman. Ésto añaden que significará también que habrá más dinero disponible para los agricultores, “que seguirán invirtiéndolo en sus explotaciones y en el conjunto de la zona”.
Herranz anima a las personas que tengan dudas sobre esta fórmula de riego a que visiten El Carracillo, “de esa experiencia aprenderán que con la recarga de los acuíferos hay más vida en la comarca, mientras el Cega se mantiene en niveles muy superiores a su caudal ecológico”, indica.
“La Comunidad de Regantes El Carracillo deriva agua del Cega cuando sobra (en invierno), sin perjudicar a nadie y respetando los derechos aguas abajo, tanto respecto a la actividad agraria como, sobre todo, en relación con el abastecimiento de la población”, concluye Herranz.