david-munoz2El cuellarano David Muñoz, becado por el Instituto de la Cultura Tradicional en 2014, presentará el miércoles, 29 de marzo a las 19.00 horas en la Diputación el libro sobre su estudio, `El uso del adobe en la arquitectura tradicional segoviana. Pasado, presente y futuro´.

Yo soy arquitecto; en principio iba a dedicarme más a estudiar los temas tecnológicos del adobe y a plantear un libro de instrucciones que permitiese a las personas que querían construir una casa de tierra, saber cómo hacerlo”, explica David Muñoz, cuellarano becado en 2014 con una de las ayudas a la investigación del Instituto Manuel González Herrero. Era la segunda convocatoria de estas becas y Muñoz presentó un proyecto titulado ‘El uso del adobe en la arquitectura tradicional segoviana. Pasado, presente y futuro’, pero como reconoce, “al final el estudio habla sobre todo de pasado; hasta hace treinta o cuarenta años que se dejó de usar este material”.

Y es que Muñoz reconoce que si algo ha entendido después de llevar a cabo su estudio es que “cada material tiene su época: cada técnica constructiva va asociada a la gente que las utiliza”.Animado por su tutor, el arquitecto, becado en la categoría de Jóvenes Investigadores, decidió finalmente orientar su estudio hacia un punto de vista más centrado en los aspectos sociológicos y culturales de la utilización del adobe y, tal y como afirma, está “contento porque he llegado a conclusiones que un arquitecto no iba a ser capaz de llegar; me ha dado un punto de vista diferente de cómo podía analizar yo la arquitectura”. No en vano, Muñoz señala que “ahora, cuando reviso cualquier edificio histórico, me planteo otras cosas; tanto en investigaciones que hago yo propias, como con el Grupo Tierra. Nunca habíamos enfocado las construcciones de esta manera”.

Muñoz explicará durante la presentación cómo fue configurando su trabajo, ahora publicado en un libro en el que, según revela, “hay una parte bastante potente sobre cómo se vivía en esa época, qué relaciones existían entre distintos pueblos, qué relaciones económicas y entre clases sociales se daban en el proceso de construir cualquier edificación…”. Y es que, para llegar a las diferentes conclusiones, el autor de la investigación desarrolló una primera fase basada en un recorrido por la provincia, “sobre todo por pequeños pueblecitos, en los que iba preguntando a personas mayores –el más joven tenía 70 años- cómo habían ido construyendo las casas y edificios”.

Muñoz se interesaba por cómo compraban los materiales, quiénes ayudaban a construir las edificaciones o por qué las habían construido de esa manera. “No quería analizarlo yo desde mi visión de arquitecto; quería testimonios”, confiesa.

Tras recoger las experiencias de todas estas personas, David Muñoz elaboró una ficha dividida en nueve zonas de la provincia, ya que según cuenta, “la provincia es tan rica en tipología de suelos y ambientes, que la arquitectura de tierra depende de la materia prima de cada área”. Llegaba entonces el turno de analizar en qué partes de las edificaciones se utilizaba la tierra y acto seguido, para qué tipo de edificaciones; en ocasiones almacenes, en otras viviendas, en otras tapias y a veces en molinos. “No era lo mismo hacer una casa para una familia rica que para una de labradores”, argumenta el autor, a quien esta beca le ha ayudado a ampliar su visión como arquitecto y a llegar a la conclusión de que “cualquiera de estas construcciones debe ser considerada Patrimonio porque forma parte de nuestra Historia y nuestro bagaje cultural”.

Además, entre risas y reflexiones confiesa que a partir de ahora, en cada uno de sus proyectos arquitectónicos, se asegurará de incluir una explicación en la que consten aspectos como el momento económico que condiciona esa construcción, las costumbres sociales que impulsan su edificación o los materiales más usados, y el motivo por el cual están de moda, en el preciso instante de la construcción.