Palacio Pedro I en Cuéllar

Palacio de Pedro I visto desde la iglesia de san Esteban. | Foto: Gabriel Gómez |

| Por J. Ramón Criado* |

La localidad abulense de Arévalo aprovechó la conmemoración, el pasado 2021, del V Centenario Comunero para reivindicar la figura de Juan Velázquez de Cuéllar, destacada personalidad de la corte mencionada en el testamento de la reina Isabel como un “leal servidor” y considerado como precedente de la revuelta de las comunidades, al tiempo que reconocía su lealtad con la villa en 1517, cuando se enfrentó al recién llegado rey Carlos  I.

A pesar de todas las pruebas en contra, el cartel explicativo de la Casa de la Torre en Cuéllar sigue manteniendo, para información de propios y extraños, que en ella vivió dicho Juan Velázquez de Cuéllar (el de Arévalo) con su mujer María de Velasco. La confusión viene provocada por una coincidencia en la onomástica y en los escudos heráldicos compartidos con los auténticos moradores en el edificio en la segunda mitad del siglo XV. Pero al turista curioso le cuesta menos creerlo que averiguarlo.

Demostrado tenemos, por la consulta y cruce de hasta cuarenta documentos, que quienes moraban en la Casa de la Torre en esta época eran Juan Velázquez, (sí, pero el licenciado y tío carnal de su homónimo arevalúense) y su mujer María de Toledo. Y que si alguna vez Juan Velázquez (el de Arévalo) estuvo en esta casa de Cuéllar fue para visitar a sus parientes. Luego lo que dice el cartel explicativo no se ajusta a la verdad y ahí sigue.

 

Los de Cuéllar

Es tan frecuente el nombre de Juan Velázquez en la historia de Cuéllar que, para poder entenderla, es necesario saber sin fisuras quién fue cada uno y no confundirlos, cosa que por desgracia ha sido bastante habitual. Esto lo aprendimos de Melchor Manuel de Rojas, autor cuellarano del siglo XVIII que resumió este nudo gordiano en su frase qué Juanes sean estos.

El licenciado Juan Velázquez (distinto a otro Juan Velázquez, doctor, que se retiró de donado al monasterio de La Armadilla y que firmó con otros la sentencia de muerte de don Álvaro de Luna) heredó la Casa de la Torre en Cuéllar, y en ella moró, como primogénito del doctor Ortún Velázquez y de Constanza García, su mujer. Juan Velázquez y antes su padre, fueron hombres partidarios y fieles servidores de Fernando de Antequera y de su hijo Juan de Navarra, infante de Aragón, señores de Cuéllar, entrando por ello en conflicto con el rey Juan II de Castilla y su valido don Álvaro de Luna, arrastrando también a toda la villa de Cuéllar a sufrir sanciones del rey cuando las cosas les fueron mal.

En compensación a estos servicios, Juan de Navarra en 1428, desde Tafalla, hizo merced al doctor Ortún Velázquez de 10.000 maravedíes en las tercias de Coca, en agradecimiento por la lealtad mostrada a su padre, Fernando de Antequera, y a él mismo. Poco después moriría el doctor Ortún y su hijo Juan Velázquez seguiría en el servicio y confianza de Juan Navarra que le hizo su canciller y aparece en las crónicas como el Licenciado Cuéllar, mediando, por ejemplo, con los hombres de Álvaro de Luna antes de la definitiva primera batalla de Olmedo en 1445, que pondría fin a la injerencia en Castilla de los llamados infantes de Aragón, a los que pertenecía Juan de Navarra. Esto truncaría la proyección política del licenciado Juan Velázquez que se retiró a su villa natal y llevó allí una vida discreta. Añadiremos aquí que la historiografía tradicional ha confundido a Juan Velázquez, al nombrado Licenciado Cuéllar en las crónicas, con su hermano Gutierre Velázquez, que a la sazón solo era bachiller.

En el año 1494 los hermanos Ortún, Francisco y Diego Velázquez, hijos del licenciado Juan Velázquez de Cuéllar, ya difunto, y de María de Toledo, pleitearon contra el arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca II, señor de Coca y Alaejos. Habían dejado de percibir los 10.000 maravedíes que por juro de heredad les correspondían en las tercias de Coca. Son los demandantes, como consta en el pleito, nietos del doctor Ortún Velázquez, con lo que la línea principal de los Velázquez de Cuéllar, moradores y dueños de la casa solar de la familia, llamada de la Torre o Palacio de Pedro I, queda meridianamente clara y fuera de toda duda. Quiero decir que cualquiera de los documentos citados, por sí solos, dinamitan la genealogía “oficial” de los Velázquez de Cuéllar que les hizo en su día un tal Pellicer, cronista del rey Felipe IV.

El arzobispo se defendió bien y argumentó que el que había sido en su tiempo rey de Navarra y señor de Cuéllar, el infante D. Juan, fue un desleal al rey de Castilla y que, con su marcha, expulsado de estos reinos, acabaron todos sus derechos sobre sus señoríos y también expirado la merced que en su día dio a los Velázquez. Sin embargo, la Chancillería falló en contra del arzobispo Fonseca, dando la razón a Ortún Velasco o Velázquez y a sus hermanos, aunque solo fuera porque quien había dado los 10.000 maravedíes en las tercias de Coca no era otro que Juan de Navarra, luego rey de Aragón, el mismísimo padre del rey reinante en el año de la sentencia, D. Fernando el Católico.

 

Los de Arévalo

El primero de los Velázquez de Cuéllar en la vecina villa de Arévalo fue Gutierre Velázquez. Era hijo también del doctor Ortún Velázquez y por lo tanto hermano del primogénito, Juan Velázquez, citado arriba. Le nombró Enrique IV mayordomo en la casa de la reina viuda Isabel de Portugal, segunda mujer de Juan II de Castilla y madre de Alfonso y la futura Isabel la Católica. Hemos establecido una relación de este nombramiento en compensación a los Velázquez por la muerte de Pedro Velázquez de Cuéllar, hijo también de Ortún, en una escaramuza con los nazaríes del reino de Granada en tierras de Jaén, año de 1456. De servicio ya en casa de la reina viuda conoció a una dama portuguesa de Isabel de Portugal y casó con ella. Se trata de Catalina França de Castro con quién tuvo a su hijo Juan Velázquez de Cuéllar y cinco hijas. De las hembras, Berenguela entró monja en Santa María de Gracia, en Madrigal; las otras cuatro casaron con miembros de la baja nobleza, extendiendo el apellido por línea femenina por todo el reino. Consta que, a la pequeña, Francisca, le llamaban la Velazquita.

Del testamento de Gutierre Velázquez, otorgado en Arévalo en 1491 ante el escribano Sancho de Villalpando, destacaremos tres cosas, a saber: la primera, que dejó 2.000 maravedíes para reparo de la iglesia de San Esteban de Cuéllar, donde sus padres y él mismo habían sido parroquianos; la segunda, que se refiere a “lo poco que yo ya tengo en Cuéllar”; y la tercera, que aunque estaba determinado a ser enterrado en el convento de San Francisco de Cuéllar, fue consciente de que esto no iba a ser posible por haberse hecho el duque de Alburquerque con la capilla y enterramientos de los Velázquez para hacer el suyo propio. Finalmente, Gutierre Velázquez fue enterrado en el convento de la Encarnación de Arévalo, donde su hijo Juan determinó establecer el panteón familiar para esta rama de los Velázquez. Y es lástima que tal convento como el palacio real, donde la familia vivió con la madre de Isabel la Católica, hayan sido derribados por la negligencia de quienes no han sabido conservarlos, privándonos de haber tenido más memoria material de los Velázquez de Cuéllar en Arévalo.

Juan Velázquez de Cuéllar, único hijo varón de Gutierre, nació en Arévalo hacia 1460, fue y se sintió más revalúense que cuellarano. Es por esto que ahora se le recuerde en la ciudad de La Moraña abulense. Toda su trayectoria vital fue unida a la familia real habida cuenta que Isabel la Católica, con quien empezó de paje, acabaría siendo la reina de Castilla. Sería personaje de confianza del príncipe heredero don Juan y lástima que éste falleciera tan pronto, porque no sabemos hasta dónde hubiera promocionado Juan Velázquez. No cabe aquí toda su biografía llena de ascensos. La confianza que le tuvo la reina Isabel tiene como colofón que Juan Velázquez de Cuéllar fuera uno de sus testamentarios. También lo fue, curiosamente, de su tía María de Toledo, la de Cuéllar. Porque sus parientes de aquí no se olvidaron de él. Ni él de sus primos, los hijos del licenciado Juan Velázquez. Es por eso que siendo contador mayor llamara a su lado a Ortún Velasco, que compartió despachos en la contaduría con Ignacio de Loyola, al que crió Juan Velázquez de Cuéllar en Arévalo, llamado como pariente de su mujer para que hiciera carrera también en el entorno de la corte.

Toda esta vida de méritos quedó truncada al final cuando Juan Velázquez se opuso a que Arévalo, Madrigal y Olmedo, fueran traspasadas a Germana de Foix. Fortificó Arévalo y se preparó para la resistencia. Por este desacato sería privado de todos sus cargos, cayendo en desgracia y muriendo poco después en el año 1517.

Juan Velázquez de Cuéllar ya cuenta con su escultura, que se alza en la plaza que lleva su nombre, en la explanada que da acceso al castillo de Arévalo. En puertas del centenario de la muerte de otro Velázquez, el adelantado Diego Velázquez, tal vez le corresponda a Cuéllar hacer un ejercicio similar al que se ha hecho en Arévalo con el que fuera contador mayor del reino. Este reconocimiento pendiente, al que fuera conquistador de Cuba, ya fue propuesto por Balbino Velasco poco antes de su fallecimiento.

Para terminar, quiero decir que ahora el lector es libre para creer y considerar lo que aquí ha sido expuesto o seguir leyendo las disparatadas entradas, realizadas para estos Velázquez, en la Wikipedia. Sin embargo, después de este enésimo ejercicio de pedagogía, me conformaría con que los responsables municipales eliminaran el párrafo manifiestamente equivocado que aparece en dicho panel explicativo de la Casa de la Torre, llamada de Pedro el Cruel.

*Historiador