|Por Isaías Rodrigo|

En el año 1876 un industrial comentó al Ayuntamiento si le podía interesar la explotación de los pinares con la extracción de resina. El Ayuntamiento convocó un pleno extraordinario para tratar estudiar la oferta que le  habían realizado. Así bajo la presidencia de Zacarías Vázquez, se reunió el Concejo para celebrar la sesión extraordinaria. Se abrió la sesión y leída la convocatoria, el Presidente manifestó que se hacía urgente determinar la gestión de los aprovechamientos forestales  de los años 1.876 y 1.877, y que se pudiera realizar, siempre sin perjuicio del arbolado.

El acta de la sesión señala en otro apartado que: “En este estado, el aprovechamiento es el producto de la refinación de los pinos, en el indicado pinar, de Propios, por subasta. Todos los que puedan asignarse, sacados a diez céntimos, de peseta el pino, por diez años… La subasta será por espacio de diez años y, a su terminación quedarán los pinos a disposición de los Propios, ya será nueva subasta y para utilizar el aprovechamiento en otra forma que se crea más conveniente. La labra será por el sistema moderno y bajo las condiciones que establezca el ramo de montes, y la economía que ponga el Ayuntamiento, en súplica al cuerpo de ingenieros y funcionaros de montes”.

Entre las condiciones que se pusieron, una fue que se prohibiera el ejercicio de la caza en los pinares durante los trabajos de extracción de la resina.

En el mes de marzo dieron comienzo los trabajos. Cada resinero  en su mata (que es como se conoce la zona  que cada uno tiene asignada por el fabricante). La primer labor consistía en desroñar la parte del pino por donde tenía que ser trabajado. Para este servicio usaban los resineros una herramienta llamada “barrasco”, era una cuchilla bien afilada con un mango de madera, A continuación se procedía a clavar la hojalata, que se ponía para que la miera fuera recogida en un punto  y cayera al pote, para eso tenían una media luna, que a base de golpes con un mazo de madera quedaba incrustada bien para hacer su servicio durante la campaña.

Una vez hecha esta labor, se colocaba una vasija bien de barro o de plástico llamado pote, para recoger la miera desde el momento en que comienza a  brotar. El pote si era el primer año estaba depositado en el suelo, y a partir de ahí se sujetaba con una punta, que con la presión  del pote con la hojalata quedaba bien sujeto, para soportar el peso  de la mira y el manejo de las cogedoras, Según el tiempo de frio o de calor  la cogida o remasa tenía una media de días  entre 25 y 30que tenían que  coger la miera y mover el pote con frecuencia. Acto seguido, una vez preparado el pino, comienzan las labores de pica y remonde, esto era los trabajos esenciales para la extracción de la miera. Aquí  se aplicaba el cortar unas finas virutas del pino por donde tenia que brotar la miera, y para ello se usaba una herramienta  llamada “azuela o escoda” que estaba tan afilada  que algunos  decían que eran capaces de  afeitarse con ellas. Se procedía a dar estas picas entre cinco y siete días. Según el tiempo de frio o de calor  la cogida o remasa tenía una media de días  entre 25 y 30, según el tiempo (en pleno verano  se acortaban las remasas bastante) este trabajo estaba siempre limitado al tiempo que hiciera,  las remasas se hacían sobre ocho o nueve en campaña, también condicionadas. Para las cocidas se utilizaban unas latas  que tenían una cabida,  de unos 5 kilos, las cuales llevaban a mano y más modernamente en unos carretillos, las trasportaban hasta las barricas y allí las vaciaban. Por ultimo estas cubas, los carreros las llevaban a las fábricas.

La producción  también tenía sus altos y bajos, siempre condicionada al clima, pero lo más normal era que cada trabajador remondará entre 3,500 y 4,000 pinos con una producción aproximada entre 3,5 y 4 kilos por pino. Esto siempre  estaba condicionado  al resinero  que fuera  buen trabajador o al pino que fuer  más deficiente pero siempre oscilando en estos datos. Estos trabajadores, siempre tuvieron  la fama de que eran los trabajadores que mejor pagados estaban, con arreglo a los demás. Al principio iban al trabajo sobre una burra, más tarde compraron la bicicleta y moto , y al final compraron coches como muchos  trabajadores. Pero siempre  fueron los pioneros en comprar todo lo nuevo.

En las fábricas la resina se destilaba y tenía unos rendimientos, entre 70 por ciento de colofonia  y un 23 por ciento de aguarrás, el resto se perdía por evaporación,

Con la crisis de la resina los ayuntamientos dejan de tener unos cuantiosos ingresos y los propietarios particulares también, pues había gentes que compraban pinares para tener una vejez más segura con los ingresos de la resina. Aquí todos salimos perdiendo pues el que no tiene pinares tiene que pagar más  impuestos  para que el municipio tenga recursos. Los valores del pinar fueron a la baja, al no tener ingresos no tenían valor. También con la desaparición  de este producto de resina, se perdieron  muchos puestos de trabajo, tanto en los pinares como en las fábricas.

En Cuellar como resineros  tuvimos familias enteras que todos eran resineros. Las mujeres ayudaban a coger  la miera, y estaba la familia completa en el pinar. Aquí llegaron muchas familias de los pueblos yse asentaron en la Villa, y aquí tuvieron los hijos y siguen viviendo como unos cuellaranos más. Vinieron de Zarzuela del Pinar, de Lastras de Cuéllar, de Melque de Cercos, de Tiñosillos (Ávila) de Samboal, de Pinarejos, de Sanchonuño, de Chañe, de Navas de Oro,  y de muchos más pueblos que no voy a decir por no cansar, pero en todos los pueblos donde había resineros  les gustaba  venir a Cuéllar por que aquí había vida. Después de terminar la campaña encontraban trabajo bien en los secaderos de achicoria o en los pinares en invierno.

Mientras duró esta explotación de este producto, eran felices  con su trabajo hasta que falló y tuvieron que reciclarse en otros trabajos que no eran el suyo, pero la necesidad mandaba.

 

Familias resineras

Voy a nombrar algunas familias,  que eran resineras: familia Maroto, el padre y tres hijos: Mauricio, Eusebio, Ángel y su nieto Ángel: Familia de la Fuente, Teodoro padre, Teodoro, Crescencio, Antonio. Cecilio, José, y Porfirio. Otra fue la de Gabriel Gómez, y tres hijos, Daniel, Ángel, y Gabriel “el Chato”; Familia Chencho,  el padre y tres hijos, Andrés, Germán,  y Chenchillo. Otra fue Emérito, e hijos, Nicolás, Manolo, Mariano  y dos yernos, Eliseo y Manuel; los Lamparillos: Jacinto  Pedro, Saturnino, y Martín, Demetrio, y Teodoro Muñoz y un hermano; Los Pesquera, Victorio y Augusto; los Antoranes, Andrés y su hermano,  y además Delfino, Paco, Pablo, Feliciano, y su padre Lucas Marinero; Aureliano Vicente, y los hijos Félix, Cayo, Fernando; El Tío Pilar Rubio y sus hijos: Ángel, Julián, Manolo y Agraciado,  y su hijo Dionisio,  y los dos hijos;  El Chipa, Membrana, Ambrosio, José, y Teodoro el del  Henar,  y otro llamado Félix.

Quiero dejar una relación de enseres y herramientas  que se usaban: barrasco, media luna, mazo, pote, lata, cuchillo, carretillo, raedora, paraguas, manga, cubas o barricas y banqueto.

Así se desarrollaron las cosas mientras nos duró el trabajo con la resina.