|Por Andrés Suárez|

Esa era tu frase, cuando algo salía mal.  Hoy 29 de marzo de 2016, ha salido todo mal. Nunca supe, ni recordé preguntarte que querías decir con ella.  Para mí, Progreso Tomás, a pesar de no ser familia, eras como un segundo padre, junto con Engeru, un amigo al que cuentas, aquello que no contabas a nadie, con el que compartes ideas y las escuchas y asimilas y aun, si puedes, las llevas a la práctica.

Los avatares políticos te trajeron a esta Villa de Cuéllar, donde el azar te apeó de aquel autobús, aquí, de la deportación, de tu Somorrostro natal, y desde tu Sestao laboral. Tu sello de sindicalista de la Naval, de los de antes, de los que luchaban por los trabajadores, a pecho descubierto, sin importarles el precio que pagaban, 8 años de cárcel, con Camacho y otros luchadores por la causa sindical,  pero con Carrillo os lanzaron de P.C.E., los eurocomunistas. Vosotros que habíais pasado lo peor de la represión, a nadie que viviese esa época franquista no hay que contárselo, te costo muchos “problemas” sin apenas nada más que reivindicar salarios, horarios, seguridad social, etc., para todos los trabajadores. Pero en la calle, en la huelga dura, persistente, Pero tú vivías en una zona conflictiva, el País Vasco. Y también lo pagó tu familia, Mari, Sergio, Guísela, Sonia.

Aquel autobús te dejó en Cuéllar, tu primera estación era, el cuartel de la Guardia Civil, el jefe de puesto, nunca llegamos a saber el nombre, te llevó hasta lo que en aquel momento era la casa de huéspedes Castilla, “Señor Andrés, aquí tiene usted a este señor, puede trabajar si usted quiere y se fía de él, eso es cuenta suya, viene deportado del País Vasco, es un tanto peligroso, no tiene que pagarle si no quiere más que con la comida, una sopa, y un vaso de vino, y la cama. Me comentabas que mi padre te pagaba el jornalillo que necesitabas, para tabaco etc.…  Aquí se le dejo, eso sí, tiene que presentarse a las 8 de la mañana todos los días en el cuartel. Si no se presenta responde de él”.

Allí comenzó una gran amistad, mi padre, le dijo que no había problema, no creo que sea tan peligroso, al menos no lo parece. Días de trabajo, estaban ampliando una de las fases del Castilla, tu trabajabas como uno más, pero  lo que no sabía el jefe de puesto es que eras como una más de la familia a los pocos días. Aquellos días éramos todos los hermanos muy pequeños, y no teníamos mucho que contar. Aun recuerdo unas palabras tuyas en el hospital, en las últimas horas de mi padre, tu gran amigo Andrés, “tuve hambre y me diste de comer, sed y me diste de beber y me ayudaste cuando fue menester”.

Pero corrió el tiempo, en 8 años, unos días antes de todos los primeros de mayo, tenías visita obligada la político social, aporreaba la puerta de tu casa, te ponía a buen recaudo para que no levantáseis las calles, las fábricas, para que no incitáseis a la huelga por las muchas reivindicaciones que pedíais en vuestras manifestaciones. Aun recuerdo como me contabas la aventura de Montse, había ido con un camionero de Cuéllar que llevaba muebles a Sestao, el hombre se quedo de piedra cuando al llegar a tu casa vio a la guardia civil que te llevaba esposado; me contaba que pensó, donde manda este hombre a su hija. Otra de ellas es posterior, un amigo viene oyendo la radio y escucha que un político vasco, eras diputado foral, aparte de fundador de comisiones y  presidente de 78 al 87, y que veraneaba en el pueblo donde había sido deportado, Cuéllar, del que se sentía orgulloso de tener un gran amigo y que encima se pasaba el mes de verano, allí, de acampada. Después  te hicieron algún reportaje en la tele vasca en el comedor del Castilla. Cuantos veranos en la Pesquera, venías con Engeru y su familia y con la tuya. Ya ves al final, quien lo iba a decir, tuviste una nieta cuellarana, afianzando las raíces con Cuéllar. Aquellas veladas al fuego de campamento con los sindicalistas cuellaranos, o de fuego de campamento con Chanh, por el que siempre preguntabas, canciones y cantos reivindicativos al amor de la hoguera de la amistad, eso era lo único que traías, y lo que siempre vimos en ti. Hoy no he podido por menos que bajar a la Pesquera, recuerdas que te mande unas fotos hace un mes, pues bien he cogido unos puñados de tierra, justo de allí donde ponías tu cocina de campaña, donde tanta gente bajaba a convivir y confraternizar contigo para llevártelo. Que donde descanses la tierra sea compartida, como tu amistad, como nuestra amistad.  Algo he sentido como si estuvieras paseando por entre los pinos, por aquella ribera que también parece acabarse, venias con Rafa, Engeru, Josean, Capi, con mi padre, ahora podréis veranear allí juntos de nuevo como en aquellos tiempos. Se me han escapado unas cuantas lágrimas, cuando he ido como queriendo buscaros y no os he encontrado. ¡Cagüen la madre el cerdo!. Pero no te preocupes cada vez que pasee por allí, me acordaré de vosotros, y dejaré que alguna lágrima se vaya hacia el rio del recuerdo, mientras os echo de menos.

Que la tierra te sea leve Progreso Tomás Tueros Trueba. D.E.P.