Procesión del Niño de la Bola a su salida de la iglesia de San Esteban.

Procesión del Niño de la Bola a su salida de la iglesia de San Esteban. | Foto: Gabriel Gómez |

La imagen del Niño de la Bola recorrerá mañana, Día de Año Nuevo, las calles del casco histórico de la villa, y lo hará de nuevo el 6 de enero, Día de Reyes.  Como cada año su procesión es la encargada de abrir las del año en el municipio.
Los actos en torno a la imagen del Niño de la Bola comenzarán con la misa que tendrá lugar en la iglesia de San Miguel a las 12.30 horas. En esta edición José Olmos será quien ejerza como mayordomo en las procesiones.

Ya por la tarde a las 17.00 horas la procesión partirá de la iglesia de San Miguel hacia la de San Esteban al son de la dulzaina y el tamboril, tras el tradicional repique de campanas. Ascenderá portada en andas por la calle Colegio, el Mercado del Pan y la calle Palacio hasta el templo de San Esteban donde se llevarán a cabo las tradicionales oraciones y el canto del villancico del Niño de la Bola. Desde allí la procesión continuará por las calles Duque de Alburquerque y Morería para volver a la iglesia de San Miguel.

En esta primera procesión del año la imagen del Niño de la Bola vestirá uno de los trajes más antiguos que conserva su Cofradía, según señaló Juan Carlos Llorente, historiador y cofrade de la imagen.

Tras la procesión  la Cofradía rendirá homenaje a dos de sus hermanos y posteriormente se ofrecerá un refresco en el Centro Parroquial.

La imagen volverá a salir a las calles del casco histórico de la villa el 6 de enero, día de Reyes, en esa jornada se volverá a realizar el mismo recorrido y los cuellaranos volverán a mostrar su devoción a esta imagen.

La cofradía del Niño de la Bola conserva algunos objetos utilizados en las procesiones originales. Entre otros un guión que un devoto regaló en el siglo XVIII, dos estandartes, uno del siglo XVIII y otro de principios del XX, andas rococós, adornos de plata y oro, y vestidos antiguos en forma de miriñaque y distintas varas.

Leyenda

Aún no se conoce a ciencia cierta cómo surgió la devoción de los vecinos de Cuéllar por el Niño de la Bola. La leyenda cuenta que fue un hombre procedente de Madrid que vendía ajos quien encontró en uno de sus viajes la imagen del Niño de la Bola en un desván, y cuando llegó a la villa la dejó al sacerdote de la Iglesia de San Esteban con la intención de recuperarla y llevársela a su vuelta. Sin embargo, cuando volvió a la localidad para recogerla se dio cuenta de que la devoción que había surgido hacia la imagen había sido muy grande y decidió dejarla en esta parroquia.

Ésta es una procesión muy especial, que discurre por calles y entornos con mucho encanto, las danzas y villancicos la hacen diferente a cualquier otra y atraen a numerosos cuellaranos, muchos repiten cada año y otros se acercan para conocer lo peculiar de esta cita que se repite en Año Nuevo y Reyes.