| Por Pablo Quevedo Senovilla | 

Como ciudadano de Cuéllar, mayor de edad muy pasado por la rueda de molino, quisiera hacer unas observaciones antes de que llegue el día de la elección del próximo alcalde y del resto de miembros de nuestro Ayuntamiento.

Comprendo el sentimiento profundo de todas las personas que se presentan en las distintas candidaturas, convencido de que tienen semilla suficiente para sembrar el terreno que a cada uno le corresponda y después recoger la cosecha deseada.

En Cuéllar, -metafóricamente- todavía quedan muchas parcelas de barbecho que año tras año se dejan de baldío, que no se cultivan ni se labran.

Ahora es tiempo de primavera y todo está verde. Tendremos que esperar al próximo año para conocer los primeros pasos y ver las posibilidades de la nueva corporación municipal.

Yo ya estoy jubilado de todo, pero mantengo la misma pasión de siempre por la naturaleza que me da la vida, al estar rodeado de árboles y arbustos, con una masa de pinares cercana que todavía disfruto.

Son varios los escenarios que recorro habitualmente por el entorno y veo algunos donde el paisaje está gravemente herido, con productos de reciclaje extendidos por senderos y cunetas, borrando el encanto de lo que debería ser una naturaleza limpia.

Leo todos los días en el periódico los proyectos que pretende desarrollar cada partido político.

Es justo que todas las mujeres y hombres de Cuéllar queramos unos servicios públicos ajustados a las necesidades de una vida cultural, sana y saludable.

La lista que se desprende de los programas de gobierno es muy llamativa y razonable. Todo es necesario: el nuevo centro sanitario, el auditorio para actos culturales, el polígono industrial, el convento de los Trinitarios, las paneras del Duque de Alburquerque, las viviendas del colegio de Niñas Huérfanas, el arreglo de los campos deportivos, las piscinas municipales, las calles, aceras, parques…

Por mi cuenta y riesgo, quiero plantear a todas las candidaturas una intervención que considero una buena labor, por ser una de las zonas más visitadas y con más encanto de Cuéllar, el gran ventanal de Las Lomas.

Se trata de un paraje de una belleza infinita. Creo que sería interesante una plantación de pinos y arbustos por todas las laderas y completar un paraíso como se merece.

Cuéllar también cuenta con otro mirador con enorme atractivo paisajístico como es la Cuesta del Castilviejo, una zona protegida, donde también podría resultar beneficiosa una plantación.

De esta forma, este paraje ofrecería una imagen más agradable y no tan reseca, fea y desértica como ocurre en la actualidad.

Aquí dejo de manera sincera y humilde estas iniciativas, a las que se pueden sumar muchas otras como las casas de los maestros, las iglesias de Fuentes de Cuéllar y de San Francisco, las murallas, el puente de piedra de Barrancales y el de la Aceña, la limpieza de lugares como el monte de Los Torres, el Molino Perales, los polígonos industriales y los barrios nuevos…

Deseo y confío en que el nuevo Ayuntamiento tenga la sensibilidad medioambiental y el coraje suficiente para proteger, conservar y mejorar todo nuestro majestuoso entorno natural.