José Luis Llorente junto al Cristo de Tiziano que puede verse en la exposición.

José Luis Llorente junto al Cristo de Tiziano que puede verse en la exposición.|Foto: Gabriel Gómez|

Las naves laterales de la Iglesia de San Francisco acogen una nueva exposición de óleos sobre tabla del cuellarano José Luis Llorente, una muestra que recoge obras de su trayectoria desde algunas realizadas en 1999 hasta las más actuales.

Treinta y ocho obras componen la muestra que se distribuye en tres salas diferenciando la temática en cada una de ellas. Así Llorente explicó que la primera sala recoge  catorce obras, de ellas 12 son temas de Cuéllar y las dos restantes son retratos de una anciana y del Cristo de Tiziano. De la villa puede verse la iglesia de El Salvador en un óleo de 1999, y algunas de sus últimas obras que recogen las antiguas escaleras de la iglesia de san esteban, el campanario de ese templo, la Torre del Homenaje del Castillo, Las Lomas, una polea de Las Tenerías… a ellas se suma también un campo de cereal de Bahabón.

En la sala intermedia y final cuelgan llamadores, ataduras rotas, calles y monumentos de Guadalajara, Santiago de Compostela, Madrid, Cáceres, Alicante…

Todas las obras están realizadas en óleo sobre tabla un soporte que el autor considera más seguro para evitar roturas.

Disfrutar pintando un tema es el objetivo de Llorente, señala que nunca había hecho retratos pero encontró una foto en una carpeta del Cristo de Tiziano y decidió probar mostrándose satisfecho del resultado final y habiendo disfrutado durante su creación, tanto que hasta pensó en hacer una serie. Después pintó la anciana, que hace años realizó en pastel, y asegura que continuará haciendo retratos.

La exposición puede visitarse hasta el sábado 6 de agosto de lunes a domingo de 12.00 a 14.00 y de 19.00 a 21.00 horas.

El autor

Desde niño destacó por su afición al dibujo y cuando con 14 años dejó de estudiar se matriculó a escondidas en la Escuela de Artes y oficios de Madrid, aunque sus padres prefirieron que comenzara a trabajar. Con el paso de los años ya con 29 años volvió a matricularse, al principio acudía cada día a dibujar, y poco a poco fue faltando más hasta dejarlo. En 1982 decidió retomarlo en serio y se matriculó en una academia y  ha continuado tomando clases hasta ahora cuando recién prejubilado puede dedicar más tiempo a su afición.