Manuel Álvarez junto al libro que ha publicado sobre El Carracillo.

Manuel Álvarez junto al libro que ha publicado sobre El Carracillo.

La comarca de El Carracillo centra el último libro publicado por Manuel Álvarez, un trabajo que presenta bajo el título ‘El Carracillo. Torres y espadañas en ‘campo de pignares’’. En sus páginas recoge la historia de esta popular comarca segoviana desde sus orígenes hasta la actualidad. Una comarca que integran los municipios de Pinarejos, Sanchonuño, Gomezserracín, San Martín y Mudrián, Campo, Arroyo, Chatún, Narros, Samboal, Chañe, Fresneda y Remondo, localidades sin unión administrativa alguna ya que excepto Remondo todos pertenecen a la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar y en esta se dividen entre el sexmo de Mata y el de Navalmanzano.

Álvarez ha realizado un intenso trabajo de recopilación para dar forma a su estudio que cubre un espacio hasta ahora vacío, ya que no existía ninguno que recogiera la historia de la zona. Así afirma que la principal singularidad de la comarca reside en su geología y su orografía, ya que se trata de una enorme llanura de 297 kilómetros de superficie con una levísima pendiente. Factores que determinaron tanto el pasado como el presente de la zona, según señaló Álvarez.

“Esta llanura o nava está entre los cauces últimos de los ríos Cega y Pirón. Esa llanura tan grande hace que la lluvia que cae en la zona se recoja y no escurra, por el terreno, que es arenoso, y lo filtra como si fuera una esponja, con lo que nutre el nivel freático”, señaló el autor explicando que cuando ese terreno se colmata el agua circula por cauces y arroyos. Ese agua y terreno condicionaron el medio ambiente y la naturaleza de la zona, dando lugar a un terreno más exuberante, con gran cantidad de pastizales y bosques, y que al tiempo reunía todas las condiciones para su habitabilidad. “Era terreno fácilmente roturable, terreno regable y con grandes pastos para los animales”, señala Álvarez apuntando que este es uno de los motivos por los que la zona estuvo habitada desde hace cientos de miles de años.

El libro refleja cómo se ha transformado la comarca sin perder su origen marcado a lo largo de los siglos por su riqueza agrícola que hoy conserva. El autor cuenta como “cuando la resina perdió un poco su función económica, surgieron los regadíos… y ahora es todo un referente”.

El libro ha sido patrocinado por la Diputación Provincial de Segovia y la distribución se realiza a través de los Ayuntamientos de la comarca y asociaciones culturales de los pueblos.

 

Primeros pobladores

Álvarez ha realizado un pormenorizado estudio arqueológico de los restos de las diferentes etapas encontrados en la zona para tratar de averiguar cuándo se establecieron los primeros pobladores. De este modo el libro recoge información de cómo todo El Carracillo es un campo arqueológico y que en lugares como Sanchonuño existen restos del paleolítico superior. En la zona de Chañe,  los restos hallados restos  se completan con herramientas como bifaces del paleolítico inferior (entre 80.000 y 100.000 años), del paleolítico medio, flechas y huesos del neolítico. Parte de esa riqueza hallada Álvarez señaló que se encuentra expuesta en el museo provincial de Segovia, y hay piezas también en el museo arqueológico nacional. También se han hallado en la comarca restos romanos, cerámica vaccea, piezas de la edad del cobre, del bronce, del hierro y visigodas, entre otras, lo que demuestra que  fue poblada durante casi toda su historia.

Llegando a la época de la Repoblación, Álvarez cuenta la historia del Carracillo como una comarca que tenía trece pueblos, reducidos a 12 con la fusión de San Martín y Mudrián. También apuntó que ha hallado una decena de despoblados, entre los que destacó el de Arqueros, en Sanchonuño, un espacio sin documentar, pero del que Álvarez ha encontrado indicios, entre ellos documentación de 1466 que hablaba de gente que se denominaba ‘de Arqueros’, un apellido que se repite en otros municipios,  un término en Sanchonuño tiene ese nombre y un camino en Arroyo también.

El autor analiza también el nombre de la comarca ‘Carracillo’, asegura que la primera vez que aparece en un documento es en la donación del monasterio de ‘Samboal del Carraciello’, por parte del conde Ansúrez. Al respecto señala que si bien muchos autores  dan al término el significado de ‘camino del cielo’, para el autor  tiene el de ‘tierra de caminos pequeños’. Lo justifica explicando que la palabra ‘carra’ significa camino, término con raíz vasca, y la terminación ‘cielo’ es un diminutivo románico. Asegura Álvarez que la comarca tiene miles de kilómetros de caminos, y afirma haber contabilizado en Sanchonuño 125 kilómetros.

 

Torres y espadañas

Como el título del libro indica su contenido se centra también en el patrimonio del Carracillo, especialmente en sus ermitas e iglesias, muchas de ellas de estilo mudéjar. Álvarez apunta que, tras la repoblación, las poblaciones se fijaron pronto  y rápidamente acometieron la construcción de edificios religiosos. Así apuntó que  hay obras de gran calidad del siglo XII, como la ermita de San Mamés o la de San Marcos. Poco conocido dice que es el templo de Pinarejos, también mudéjar, con toques góticos como la torre.  Apunta también que El Carracillo conserva cuatro techumbres de madera mudéjares puras.

Estas construcciones llevan al autor a deducir que la zona gozaba de una buena economía. “Las obras no se hacen del aire, se hacían con los diezmos y para que se pagaran muchos diezmos tenían que recoger buenas cosechas”, detalla Álvarez, que con su análisis en los archivos y los libros de diezmos ha realizado un estudio  con datos como lo que se pagaba o lo que se producía, “he hecho un poco la historia económica del Carracillo”.

Otra peculiaridad del arte de la comarca es el número de espadañas que coronan sus iglesias. Existen espadañas en los templos de Chatún, Gomezserracín, Sanchonuño, Mudrián, Chañe, San Martín y Remondo y en Fresneda existió hasta 1955.  Cuenta también que de los 13 municipios con los que contaba en sus orígenes la comarca, actualmente sólo coronan sus iglesias cinco torres.