| Por Francisco Salamanca | | Fotos: Mario Pastor |

Corrida cinqueña de José Cruz para Curro Díaz, de rosa palo y oro,  oreja en su primero, aplausos en el cuarto, Morenito de Aranda, de nazareno y oro, saludó desde el tercio en el segundo, dos apéndices del quinto y Paco Ureña que lució un terno, azul noche y oro, silencio en el tercero y dos orejas en el sexto, con el que abrió la puerta grande junto con el de Aranda. Se guardó un emocionante minuto de silencio por el atentado de Barcelona al finalizar el paseíllo. Algo menos de media entrada.

José Cruz, como es de ley, repetía en Cantalejo después del éxito obtenido el pasado año en la corrida homenaje a Víctor Barrio. Toros de buena lámina, aplaudidos de salida el primero, tercero y sexto, segundo y cuarto perdieron su integridad contra el albero. En general, les faltó fuerza en el último tercio y al que la tenía se la administró el del castoreño. Enrazados, tercero, cuarto,  y sexto, manejables el resto, nobles y con calidad todos en la muleta, excepto el segundo.

Curro Díaz demostró el buen momento profesional  que vive a sus veinte años de alternativa, con el primero que se quería ir, se apretó en el tercio, cogiéndole corto y logrando lucirse en algunos muletazos de calidad, logrando la estocada de la tarde en la suerte contraria. En su segundo, el mejor hecho del encierro, el de Linares emocionó con dos series exquisitas de toreo en redondo interminables, templadas. El  estoque pintó bastos esta vez, perdiendo la puerta grande.

Morenito de Aranda lo intentó con el descastado segundo, del que logró exprimir algún medio muletazo templado desde la lejanía, recibió algunos aplausos después de pinchazo, estocada caída y dos descabellos. Con el quinto, que acusó el excesivo castigo en el caballo, empezó la faena en el pitón contrario, pero el de José Cruz se repucha y la embestida es bronca. El toro va decayendo y el de luces se pega el arrimón, logrando con una estocada desprendida y descabello, que el público le conceda los trofeos.

Paco Ureña es un torero grande, que navega entre las  luces y sombras que le permiten sus toros, la cuestión es, que siempre navega de verdad, lo que se traduce en que puede pasar del sainete a la obra maestra en la misma tarde. El tercero toro, el mejor en el caballo, se hizo daño en la salida de una vara interminable al clavar los pitones en el albero, lo que marcó toda su lidia. Ureña lo intenta por ambos pitones, el toro coloca bien la cara en la muleta, pero se defiende en la embestida intentando puntear la pañosa, obteniendo el silencio del respetable tras repetidos intentos con los aceros. Con el sexto llegó la otra cara de la moneda, el de Lorca plantó las zapatillas y el toreo se hizo largo y profundo, con pases de pecho de morro a rabo, lo que supuso el mejor remate a una tarde muy interesante.

Puerta grande para Ureña y Morenito de Aranda.