Concejales de PSOE e IU tras el pactod e gobierno en 2019. |Foto: Gabriel Gómez|
|Por Ángel Carlos Hernando |

El nuevo curso, siempre después de fiestas, aparentemente se presenta complejo en el terreno político, dado que el grupo mayoritario en el gobierno local, a la sazón el socialista, se encuentra en minoría respecto a la oposición; minoría que tal vez no debiera ser ideológica, ni tampoco práctica.

La salida de la regencia de Izquierda Unida en la proximidad de fiestas, ha resultado momentáneamente convulsa, esencialmente porque el periodo festivo diluye cualquier tipo de juicio social, dándose al chascarrillo político. Puede haber sorprendido, o tal vez no, porque los gobiernos de coalición son muy complejos. Esconden diferencias casi insalvables que han de superarse continuamente, egos, formas de trabajar muy personales y desde luego un interés legítimo por llevar a cabo las ideas propias, amén de un indudable trasfondo electoralista. No en vano para eso tenemos la posibilidad de presentarnos a las elecciones.

Por ello dentro de la propia coalición hay que hilar muy fino, mantener una elevada capacidad de negociación, una inagotable aptitud para la moderación y el consenso; habilidades todas ellas que demandamos los ciudadanos de a pie.

Por lo que ha trascendido en los medios de comunicación, estas premisas pendían de un hilo muy fino, si es que estaban sujetas por algún lado, dándose así las condiciones para una tormenta perfecta.

Dada la proximidad de los comicios, el futuro inmediato no se presenta tan complicado. Aquello que se tenga que sacar adelante, no mucho, se sacará. La lógica dice que con la misma aritmética de la coalición. Otra cosa será en qué condiciones a tenor del profundo nivel de crispación al que nos vemos sometidos durante toda la legislatura. Como consecuencia de ello, el benévolo escaparate que los gobiernos suelen ofrecer en el final de la legislatura, queda bastante difuminado.