| Fotos: Gabriel Gómez |

Zarzuela del Pinar volvió ayer a recrear su belén viviente transformándose en esa ciudad palestina y reproduciendo el recorrido que, en busca de posada, realizaron José y María. Más de un centenar de vecinos colaboraron en esta vigésimo segunda edición del belén viviente dando vida a los comerciantes y vecinos que fueron encontrando en su recorrido hacia el portal. Un recorrido que discurrió desde el Castillo de Herodes hasta la plaza del Mayo.

No faltó en las eras la suelta de globos en recuerdo a los que ya no están.

María, a lomos de un burro, y José fueron recorriendo las calles en busca de un lugar donde dormir, en ellas encontró artesanos y comerciantes que les guiaron y les permitieron proveerse de alimentos. Agricultores, resineros, leñadores, alfareros, panaderos, tejedoras, una churrería, el herrero y los molineros que entonaron villancicos, llegaron a la posada que se encontraba sin plazas libres por lo que continuaron su camino hallando la carnicería, la carpintería, la cantina, a los segadores… y finalmente se decantaron por dirigirse a un pesebre donde María dio a luz. Los ángeles anunciaron el nacimiento y todos los figurantes acudieron a adorar al niño seguidos de los asistentes, allí sonaron las dulzainas.

La cifra de visitantes se incrementó este año y a lo largo del recorrido pudieron degustar diferentes productos que ofrecían los comerciantes como hojuelas, bollos, churros o sopas de ajo.

Los fuegos artificiales pusieron fin a la recreación y dieron paso a la cena organizada.