El pelotón durante el recorrido de la Clásica de las Chuletas de 2019. | Foto: Gabriel Gómez | 
| Por Andrés Suárez Cano |
(Dedicado a José M.ª Fraile, amigo y compañero de carretera y afición)

 

El reloj de la plaza Mayor estaba dando las 8.00 de la mañana, por la calle los Hornos baja Esteban, con su churrería portátil, hasta la puerta del “Quemao” las trampillas de los bares de la plaza san Pedro, más conocida como Chorretones o plaza de los Coches, comienzan a calentar cafeteras y preparar algunas viandas. Ha refrescado toda la noche y el día amenaza lluvia, por tanto, será buen día para que los curiosos se refugien en los establecimientos en caso de lluvia pertinaz. En alguna edición hizo acto de presencia la nieve durante gran parte de la prueba. Pero aquellos “biciclistas”, así les llamábamos nosotros, eran de otra pasta. El dicho en el argot era, carne de perro.

Racimo de Oro, Cantábrico, Stop, Gloma, Castilla, bares que van recibiendo a los clásicos aficionados que no gustan de perder detalle. Husmean entre coches de equipos más importantes, sus bicicletas, cambios, tubulares, caramañolas, ruedas… dentro del coche los corredores van cambiándose del traje de calle, al de faena, culotes de lana con badana, maillot de lana con manguitos por el frio del inicio de la prueba. En el Castilla, el Juan Montalvillo, “Pepino”, a los dorsales, Marcial, A. Gutiérrez, César Cáceres, árbitros, van repartiendo sus funciones, inscripciones, banderines, placas de coches, trofeos y la pasta, lo más importante, en manos de Jesús Bonifacio, los premios en metálico que se llevarán los esforzados de la ruta. Y la barra de salchichón para el último clasificado, donada por la carnicería Felipe Barbolla.

Pepe Olmos, el presi, va repasando los efectivos que son imprescindibles para que pueda salir la prueba. Deben estar, ambulancia, médico, motoristas de tráfico, coche escoba, jueces árbitros y en pocos minutos la apertura de inscripciones. Jacinto de las Heras aparca su coche, que llevará al presidente del jurado. Anastasio, “Pedales”, aparece con su Vespa, para los enlaces y cruces y Rafael, cámara en ristre, como Bias, van tomando nota de los pormenores. Entre mesa de inscripciones y la imprenta Yuste, se pasea el inefable Charlot, así conocido, que va transcribiendo las inscripciones para que los panfletos de Santiago Laguna informen a la afición de los nombres y equipos participantes.

De Valladolid, llegan los pupilos de Ramón Moliner, grandes favoritos y que no faltan a su cita, los Caseras de Bahamontes, Galerías Preciados, Picadero Damm, Forterra Mirat, Volvo, Skol Lager, Licor Karpy, Ferrys… desde Segovia se acercan un grupo de corredores amateur que aman este deporte y tiran la caña por si hay suerte, les sale un buen día y les ficha algún equipo.

Aquí no hay masajistas, salvo uno mismo, el tío del bigote, Linimento Sloan, campa por sus respetos en los círculos donde se concentran los equipos. Mientras los directores hacen las inscripciones, el Sr. Pepino, despacha los dorsales advirtiendo que si no se devuelven tendrán sanción de 25 pesetas. Andrés Viruelas prepara las viandas para los invitados del Club, motoristas, jueces, y otros como un invitado por primera vez y que a la postre sería el promotor del nombre que lleva en la actualidad `La Carrera de la Chuleta´, Ángel M. de Pablos, desde el Norte de Castilla elevaría el rango de la prueba, no en vano fue presidente de la Federación. Con Cacho, el fotógrafo.

Sería largo de explicar el desarrollo de tantos años de celebración de esta prueba que, salvo estos dos últimos años, llegará a su 60 edición próximamente.

Por estas carreteras pasaron olímpicos, profesionales que militaron en grandes equipos, Kas, La Casera, Forterra, Moliner Vereco, Kelme, Dormilón, Caja Madrid y el vecino Julymar, equipo que en más ocasiones nos visitó, ganadores de Tour, de Vueltas a España, seleccionados para el equipo nacional y un sinfín de promesas en ciernes que trataron de dejar su clase en estas carreteras que conforman el circuito en le que se desarrolla la prueba. Antaño se daba una vuelta al monte. A los aficionados de siempre les sonarían los Melero, Lazcano, Zubero, Lasa, Tamames, Gomes Lucas, Balague, Oliva, etcétera. Figuras de alto nivel como Julio Jiménez, Mendiburu o Rafa Carrasco entre otros muchos. En cierta ocasión, Miguel Delibes director del Norte y amante de la bicicleta autoriza al inefable Ángel María, al que le salía el ciclismo por los poros a acercarse a seguir la prueba. Después vendrían Saura, seleccionador, Samaranch…e ntusiasmados por el carácter de la prueba y su singularidad.

En fin, por la ladera de la iglesia de san Pedro, se concentran unos cuantos cuellaranos dispuestos a plantar cara a estas figuras, están Barderas, Pipe, Martin Miño, Marinero, Calvo, Tejero, viejas glorias como Peteta, el Ajero, Tragabolas, Cartones Apañitos, Esgarra, Cordelero, el Confitero, el Santero…

Cuentan las leyendas que Julio Jiménez vino desde su Ávila natal, en bici el día antes, se hospedó en el Hostal Castilla y tras vencer en la prueba se volvió tan fresco hasta Ávila en bicicleta. Otra dice que Martínez Heredia, le confesaba a Ángel Mª de Pablos “en esta carrera me ha pasado de todo, pincho, rompo rueda, se parte la cadena, en fin, me pasó de todo, lo único que te puedo decir es, que lo que no pasé fue hambre. Desde las cunetas me llamaba la gente ofreciéndome una tajada, chorizo, lechal, bueno, bueno, hambre, nada de nada”.

Miles de anécdotas me vienen a la memoria, por ejemplo, que en aquellos años no podían ir mujeres dentro de la carrera, ni en los coches. En la Preolímpica se enfrentaron Bahamontes y Mendiburu, pues Federico llevaba a su mujer y el seleccionador la hizo bajar del vehículo. Al igual que esto, estaban prohibidas las botellas de cristal. Ahora, no quiero olvidar a todos los que fueron, serán, estarán y que al menos estarán en mi recuerdo. Entre los imprescindibles están, Juan Pepino, Ortiz, Marcial, Villaverde, Juanito Delgado, Jesús Bonifacio, Manolo, Pepe, Jacinto… José M.ª Fraile, amigo y compañero. Tampoco a grandes conocidos del ciclismo, como J. Mínguez, López Cerrón, Nistal, el recientemente fallecido Félix Suárez (campeón de España de pista) y el cuellarano Paulino Tejero.

 

Años 80-90

Las cosas han cambiado, corredores con otras infraestructuras, equipos con sus bicicletas a la última, ropa de licra, pedales automáticos, chichoneras, luego cascos, en fin, innovaciones del ciclismo, que se veían como novedad en la villa, pues La Chuleta era de las primeras pruebas de la temporada. La prueba inscribe equipos gallegos, vascos, catalanes, andaluces, madrileños y los equipos de Castilla-León. Valladolid, es la que más aporta, junto con Madrid.

La participación de los equipos rusos Itera, y Lokospin. El estreno del equipo Santa Clara Sport World, con Joaquín Miguelañez. El primer vencedor extranjero que da carácter a la internacionalidad de la prueba es Vladimir Karpes ruso, campeón olímpico de su país. Equipos en los que militan jóvenes promesas que, en muchos casos pasarían al campo profesional. Destacaríamos a un paisano ganador del Tour y Vuelta, Perico Delgado, los segovianos José L. de Santos, Pedro L. Garcia, J. Miguelañez, el iscariense Juan Carlos Domínguez, los cuellaranos Mariano Bayón, y Pipe Gómez y Adolfo Gómez que en la edición de 1997 se alza con el campeonato provincial. No quiero olvidar a Carlos Cabrerizo, que participó, creo, en tres o cuatro ocasiones.

El único cuellarano vencedor de la prueba fue Óscar González, hace justo 30 años, quedando en segunda posición Marco A. Muñoz de Bahabón de Valcorba.

El hijo de Miguel Induráin, participó en una de las ocasiones, con el equipo Caja Rural, otro, fue el hijo de Manolito Royo, humorista, en el Caí Zaragoza, padres e hijos, como los Melero, Pipe Gómez, padre e hijo, Martín Miño e hijo. También participan féminas incluidas en la prueba como Rosa Bravo, campeona de España, y Dori Ruano.

Desde pruebas con 15 corredores hasta 250 han tomado la salida en esta prueba, con una mayor afluencia cada año al lado de las carreteras con sus parrillas y sus botas de vino, que calentaban ánimos y ciclistas.

 

2021

Este año no habrá inscripciones, ni saldrán corredores. Dos años, dos ediciones menos, que esta maldita pandemia nos quitó de las parrillas y las cunetas, de ver a los esforzados de la ruta dejar plasmada la serpiente multicolor del pelotón en nuestras carreteras. De disfrutar del ciclismo, de una manera muy peculiar y de una tradición que se echa de menos, y se añora, unos por el ambiente festivo, otros por ver a esas promesas que despuntan, en su salsa, y dando un día de emociones y fiesta a los aficionados. Parece que fue ayer cuando unos aficionados al pedal de la villa de Cuéllar pusieron en marcha esta gran aventura. Y desde estas líneas solo me queda un deseo. ¡Larga vida a una carrera con solera!