| Por Pablo Quevedo Senovilla | | Fotos: Julián Velasco|

La noticia de hoy me acaricia como un vendaval de aire puro y esperanza: los jóvenes se rebelan contra el futuro incierto por el cambio climático (*).

Llevo percibiendo actuaciones provocadoras del cambio climático desde que tengo uso de razón. Y ya supero los 79 años. Soy un ciudadano de a pie, como la inmensa mayoría a la que nos gusta la vida sana y saludable, compatible con el respeto y la no destrucción de la naturaleza.

Somos personas muy sensibles y sufrimos viendo este mundo que agoniza de manera progresiva: gases, fuegos y humos, aguas contaminadas, productos tóxicos, plagas y enfermedades, cantidades inmensas de plásticos y otros artilugios inundando los mares y los ríos, vertederos incontrolados, pozos ilegales…

Como es de uso y costumbre, hoy hemos salido a dar un paseo por los pinares de nuestro entorno. Llevamos la cámara fotográfica preparada, con el fin de captar algún paisaje que nos llene la vista de satisfacción y llevarnos de recuerdo perenne.

Pero la realidad que nos encontramos resulta desesperante: varias bolsas de plástico que estaban llenas de basura han derramado su contenido por debajo del puente del río Cega, en la carretera de Arroyo.

Una vez recogida toda la basura a conciencia, la cargamos en el coche y procuramos dejar el lugar lo más limpio posible, listo para que otros paisanos vuelvan a celebrar otro desagradable fin de fiesta (**).

No soy nadie para dar ejemplo y obligar a recoger basura cuando una persona se va a dar un paseo por el campo. Pero sería deseable que todos fuéramos conscientes de lo que supone dejar residuos en nuestros pinares, pensando que la tierra los va a absorber como el agua de lluvia.

A modo de ejemplo: una botella de cristal puede provocar un incendio y tarda hasta 4.000 años en ser descompuesta por los microorganismos del suelo.

También localizamos en la senda del Cega, río abajo, dos cajas de color blanco. Aparentemente, formaban parte de un frigorífico. Al ser de grandes dimensiones, no hemos podido recogerlas. Digo que no hemos podido recogerlas en ese momento. Al día siguiente, después de un buen desayuno, las he arrastrado hasta el carro del coche, donde las he cargado, para depositarlas luego en el punto limpio de Cuéllar.

El saco grande que llenamos de basura lo sacamos a la carretera. La Diputación Provincial está limpiando las cunetas. Pero nos da la impresión de que solo las cunetas.

Seguimos el paseo y nos acercamos al Molino Perales. Aquí encontramos otra sorpresa, dos grandes colchones a la entrada de las ruinas de este edificio. Y con estos ya sí que no hemos podido. Allí siguen, casi formando parte del paisaje.

Subimos al ventanal gigante de Las Lomas. En este gran paisaje, de alto valor medioambiental y sentimental para los cuellaranos, nos resulta imposible anotar los miles de residuos que observamos en la ladera, desechados de las casas por el estorbo que le supone al homo sapiens.

Recogida de basura y residuos en el entorno del puente del río Cega.

Futuro incierto

Yo también quisiera expresar mi opinión ante ese futuro incierto que nos espera, sobre todo a las futuras generaciones, debido al cambio climático.

Entiendo como un punto de inflexión el hecho de que los estudiantes empiecen a movilizarse en serio y reclamen a los políticos la adopción de medidas urgentes.

Y tiene que ser una adolescente de 16 años la que tenga que recordar a la Humanidad el daño que estamos haciendo al planeta.

Pero ahora ya no eres tú sola. Los árboles están plagados de niños y niñas, clamando al cielo para salvar a este planeta.

Yo también quiero ser un niño como todos vosotros. Lo he sido siempre, amando la vida y la naturaleza, como a mis padres y hermanos, como a mi esposa y a mis hijos. Siento el encanto de vivir en un mundo limpio y próspero, pero igual para todos.

Pero no hay forma. El sueño se esfuma siempre que lo añoro. Ahora puede ser más fácil si el planeta se llena de mujeres y hombres concienciados en la necesidad de actuar. Todavía estamos a tiempo de salvarlo. Podremos respirar aire puro. Podremos llenarlo de plantas, árboles y pajarillos que canten y revoloteen entre nosotros. Y volverá a llover suavemente, con agua que llenará los ríos y fuentes. Y el manto blanco cubrirá las montañas, para que de manera lenta vaya derramando la esencia de la vida con sus aguas claras y puras como la vida misma.

Más de 10.000 estudiantes de Castilla y León expresan su protesta: ¡Porque no hay un planeta B!.

El movimiento `Fridays for future´, inspirado en la joven activista sueca Greta Thunberg, saca a la calle a miles de jóvenes en más de 50 ciudades españolas contra el cambio climático, al grito de “Sin planeta no hay futuro”. Más de 100 países se manifiestan.

No será suficiente con un solo paso, pero la más larga caminata comienza con el primero. Hay que seguir sin parar un momento. Un descanso puede ser el fracaso y provocar que nos perdamos en el camino.

La ciencia es la madre de la recuperación. Y la juventud tiene que emplear todas las armas a su alcance para ganar esta noble batalla.

Colegios, institutos, universidades y todas las instituciones relacionadas con la ciencia deben ponerse en marcha para curar esta tierra tan profundamente herida. Solo intentarlo ya merecerá la pena.

21 de marzo. Día Internacional de los Bosques.
(*) El Norte de Castilla. Sábado, 16 de marzo de 2019.
(**) Efectivamente, tres días después de recoger la basura y de escribir este artículo, aparecían más botes de plástico y otros residuos en el mismo lugar que habíamos limpiado.