| Por Pablo Quevedo Senovilla  ||  Foto: Gabriel Gómez |

Tras la resaca de las elecciones municipales, las aguas del Cega han vuelto a su cauce, para discurrir lentamente y en silencio hasta su desembocadura en el padre Duero.

Deseo expresarme con toda la sencillez de la que sea capaz, en primer lugar para mostrar el reconocimiento a todas las fuerzas políticas que se han presentado a las elecciones municipales, así como a las dos formaciones que se han puesto de acuerdo para conformar un nuevo equipo de gobierno en Cuéllar para los próximos cuatro años.

Tengo la ilusión de pensar que, una vez montados todos en el mismo carro, el pueblo se verá más limpio, más verde, más alegre y se respirará mucho mejor. Eso sí, si todos los representantes de la nueva corporación son capaces de unir esfuerzos, cada uno desde su posición, pero sin contradicciones absurdas y viendo con realismo el bien común, hablando en castellano y entendiéndose con palabras honestas.

Tengo la ilusión de pensar que, una vez montados todos en el mismo carro, el pueblo se verá más limpio, más verde, más alegre y se respirará mucho mejor

En el mundo de la empresa, se ve como muy importante la motivación de todas las personas que participan en ella, a través de la convivencia y de estrechar los vínculos de colaboración y amistad.

El tomarse un café o una cerveza de vez en cuando, el entablar una conversación sobre cualquier tema por intrascendente que sea, siempre ha sido motivo de amistad entre dos o más personas.

En los comienzos de la democracia en España, a finales de los 70 y principios de los 80, recuerdo que los vecinos nos tratábamos sin parecer que fuéramos de distintos partidos políticos. Se notaba que cada persona tenía sus ideas. Pero el respeto era total.

Si en el camino te encuentras con una paisana y no te saludas con un simple gesto, entonces parecerás de otro mundo.

El ser amable, respetuoso y simpático con los demás no cuesta dinero y es motivo suficiente para hacer la vida mucho más agradable en una cultura avanzada.

Las personas que se comprometen en el servicio a los demás, creo que deben actuar desde la sinceridad y la prudencia.

Recuerdo que hubo un alcalde en Cuéllar (de cuyo nombre no procede acordarme) del que decían que tenía magia. Entraba un paisano al Ayuntamiento con malos modales por algún problema y, una vez entrevistado con este alcalde, el susodicho salía riendo y convencido de haber obtenido la solución que buscaba.

No sé si las formas de aquella autoridad municipal serían ahora las más convincentes. Pero sí parecen imprescindibles la armonía, el respeto, el diálogo y el deseo de entendimiento.

Escribe Manuel Vicent un artículo de cierta repercusión titulado `Líderes´, donde dice que España ha sido declarado el mejor país del mundo para nacer, entre otros motivos por su alto nivel democrático. Y en uno de sus párrafos señala que efectivamente existen dos Españas. Pero no la de derechas o la de izquierdas, “sino la de los políticos nefastos y líderes de opinión que gritan, crispan, se insultan y chapotean en el estercolero y la de los ciudadanos con talento que cumplen con su deber, trabajan y callan“.

Espero que entre todos, representantes municipales y vecinos, seamos capaces de conseguir que Cuéllar también sea uno de los mejores lugares para nacer. Y con talento.