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| Por Álvaro Bayón | |Foto: Gabriel Gómez |

Un beso, un abrazo, un no te preocupes.

La puerta al cerrarse la sacó de sus pensamientos, sentada al lado de la radio, mirándola como si fuese un altar, oyendo como se desarrollaba el encierro, en las manos agarrando el móvil como si fuera un rosario, rezando en silencio a su manera, pidiendo para que a su hijo no le pasara nada, él eligió ese camino, una droga de afilados pitones, una droga que solo los que se ponen delante de un toro comprenden.

El móvil suena, en la pantalla la imagen de él, una lagrima surca su mejilla, respira hondo para que no se la note el nerviosismo, “todo bien mamá”, su corazón vuelve a latir con normalidad, da las gracias en silencio aún sabiendo que en temporada de toros cuando él se va ella se queda sufriendo.