Imagen de algunos de los silos descubiertos en la excavación en la calle La Pesquera. | Foto: Domiciano Vega |

La zona norte de la villa de Cuéllar, conocida como las Iglesuelas o las Herijuelas, tiene un alto potencial arqueológico, donde desde hace años se vienen excavando diferentes solares que han proporcionado la localización de dos necrópolis pleno medievales y algunos cimientos de lo que fue una pequeña iglesia mudéjar. Así las últimas excavaciones realizadas han vuelto a proporcionar importantes resultados arqueológicos. Los trabajos realizados por el arqueólogo, Domiciano Vega, en dos solares excavados en la calle La Pesquera, no dan continuidad a lo excavado anteriormente, y suponen retrotraerse a plena Edad Media, entre los siglos VI y VIII, a la época visigoda.

Este descubrimiento, a pesar de que lo conservado son únicamente espacios subrectangulares subterráneos de lo que serían los fondos de las cabañas de una pequeña comunidad, supone un importante hallazgo al confirmar la presencia de población altomedieval en Cuéllar en un periodo que aún no estaba documentado y que se consideraba que formaba parte de la despoblación sufrida en la Meseta Norte una vez que desapareció la dominación romana.

Los restos descubiertos muestran lo que podría considerarse como un asentamiento rural aislado con varias cabañas agrupadas en un espacio familiar definido por sus habitaciones rehundidas en el sustrato geológico, que por tener esta característica se han podido conservar, ya que la parte aérea de las viviendas ha desaparecido. En concreto se trataría de nueve espacios excavados entre 20 y 60 centímetros de profundidad en la roca o en las margas calizas. Los restos descubiertos muestran varias habitaciones unidas entre sí formando dos alineaciones paralelas de viviendas semisubterráneas, caracterizándose su interior por la existencia de silos excavados en el subsuelo para almacenar alimentos y sus perímetros por tener agujeros de poste que servirían de asiento para colocar los maderos, vigas o pies derechos que formaban la parte aérea de las cabañas.

 

Fondos de cabaña, silos de almacenamiento y pozo.

Todos los espacios rehundidos excavados se caracterizan por repetir un esquema muy parecido en cuanto a su forma, aunque no en su volumen que iría desde los cuatro metros cuadrados que tendría la habitación más pequeña a unos veinte metros cuadrados la de mayor tamaño.

Así, se trataría de habitaciones cuadrangulares o subrectangulares excavadas en el sustrato geológico y delimitadas perimetralmente por agujeros que estaban destinados a sustentar los postes de cada una de las cabañas. El espacio interior de cada una de las estancias estaba ocupado por uno o varios silos excavados de forma globular bajo el pavimento de la cabaña, con tamaños que estarían alrededor de los 150 centímetros de profundidad y un diámetro en torno a los 130 centímetros en su parte más extensa. Estos almacenes subterráneos estaban intencionadamente tapados para que no tuviesen una utilización cotidiana, de tal forma que se encontraban ocultos bajo el suelo de las habitaciones, incluso en algunos casos estarían cubiertos por el pavimento de baldosas o arcilla compactada, lo cual supondría que su contenido podría guardarse durante varios años.

Además, habría que destacar como un hecho singular de almacenamiento la forma de tapar los silos subterráneos, como era la colocación de cuatro vigas de madera dispuestas transversalmente en la boca de los silos con el fin de sustentar el suelo de la vivienda impidiendo con ello su hundimiento al pisar sobre las mismas. Así, con este sistema de cerramiento se han localizado los ocho huecos o canaletas que excavaban junto a la boca de cada uno de ellos.

La importancia del almacenamiento debía de ser uno de los principales motivos para la subsistencia de la comunidad durante varios años, ya que en una de las habitaciones llegaron a tener cinco silos juntos, por lo que este espacio se podría consideran como el almacén del grupo familiar.

En cuanto al espacio interior, parece que el piso de las habitaciones se recubría con una cama de tierra o barro endurecido y sobre ella se compactaba con una capa de arcilla, fragmentos de tejas machacados o baldosas de cerámica. Asímismo, en el interior de alguna de las habitaciones se han localizado uno o varios hogares sobre las zonas que aparecían con restos de tejas, baldosas o cerámicas. También, como complemento de la estancia, en varios casos se ha constatado la presencia de bancos corridos adosados a los cerramientos de las cabañas y excavados en el sustrato geológico.

De todos los espacios rehundidos el más profundo ha sido el hallazgo de un pozo de planta cuadrangular de un metro de lado y más de tres de profundidad, que se localizó al Norte de las cabañas, aunque muy próximo a éstas y que serviría para el abastecimiento de agua a la colectividad.

 

Cabañas

En el lado Este del yacimiento, coincidiendo con un espacio donde no hay estructuras rehundidas se produce la localización de bastantes agujeros de poste que agrupados dan lo que podrían ser pequeñas cabañas de plantas oblongas (más largas que anchas), que se usarían como espacios complementarios para uso de las viviendas: guardar leña o guardar a los animales domésticos o sus alimentos.

Se podría decir que el espacio fue ocupado por varias generaciones al comprobar que se han producido reutilizaciones y superposiciones en los silos de almacenamiento de las mismas habitaciones o mediante la colocación de series de agujeros de poste unidos que pudieron ser utilizados para la colocación de nuevos postes con el fin de reforzar las paredes de las viviendas.

 

Hábitat rural altomedieval

De los quinientos metros excavados parece que se trataría de un espacio rural aislado, comparable a una pequeña granja, aunque su extensión con toda seguridad fue mayor, ya que dos de los fondos de cabaña aparecen cortados por la propia calle de La Pesquera en el lado sureste, y en el lado Este los agujeros de poste dan continuidad al asentamiento hacia la parcela colindante