La achicoria regresa décadas después a la memoria de los cuellaranos gracias a una iniciativa del Ayuntamiento de Cuéllar, aunque en verdad nunca se ha ido del todo. En las calles de la villa quedan los restos de las fábricas y secaderos de una industria que fue muy importante y que inició su decadencia en la década de los 70.
En las calles ya no se respira el característico olor del tueste, pero en muchos hogares se sigue tomando sola o con leche e incluso forma parte de las cartas de los restaurantes en forma de postre.
El Consistorio proyecta crear un museo de la achicoria en el claustro y la huerta de San Francisco, en un espacio que también quieren que albergue el auditorio de la villa. Ligada a esa iniciativa surgió desde la Concejalía de Mujer e Igualdad la de poner de manifiesto el papel de la mujer en esa industria. Para ello ha contado con la colaboración de otras concejalías como las de Desarrollo Económico, Cultura, Turismo y Patrimonio y también con los archivos municipal y de la Casa Ducal de Alburquerque. Todas ellas han desarrollado un intenso trabajo para recoger testimonios y fotografías sobre ese trabajo.
El Centro de Día de Personas Mayores de la villa acogió en marzo la primera de las reuniones en la que participaron trabajadores y trabajadoras de las achicoreras de la villa y su comarca. Con ella comenzó la preparación de la charla que acogió el propio centro y la exposición con fotografías e información sobre el proceso de elaboración de la achicoria. Asímismo, en la inauguración pudieron degustarse productos elaborados con ella.
Charla y exposición
Un mapa en el que se indica dónde estaban situadas las 14 fábricas y secaderos de achicoria en el municipio completa la exposición que podrá visitarse hasta el domingo 23 de junio por las tardes de 17.00 a 20.00 horas.
El objetivo de estas iniciativas es “dar visibilidad a una industria y a las mujeres, que fueron motor y fuente de ingreso en muchas familias en épocas de hambre”, dijo la concejala de Asuntos Sociales, Caridad García. Ella fue la encargada de conducir la mesa redonda junto a la responsable del Archivo Ducal, Lucía Velasco. Así, también contaron su experiencia Titas González, que con 14 años comenzó a trabajar en la achicoria empaquetando en la fábrica Campeón, después pasó al picado de achicoria. Destacó la dureza de esa labor que se desarrollaba a la intemperie en invierno. Su hermano José Antonio también pasó por una fábrica siendo niño. En su caso desarrolló tareas de picado y también de campo. Por el empaquetado pasó también Manuela de joven, aunque entonces ya se hacía de manera mecánica.
Jorge Suárez, bisnieto de Leocadio Suárez, quien puso una de las fábricas más importantes y conocidas de la industria achicorera en la localidad en el siglo XIX, fue el último en intervenir. Apuntó que la industria tuvo su esplendor en los años 40 del siglo XX alcanzando su empresa hasta los 130 trabajadores fijos, que en temporada llegaban a los 200. A partir de la década de los 60 señaló que comenzó el declive de la actividad.