| Texto y foto de Pablo Quevedo Senovilla |

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos”.

 

El sábado día 2, a las 11,00 horas,

salgo volando de la rama del acebo,

me dejo llevar por la fuerza del viento,

quiero perderme en un mar de pinares,

juntarme entre nubes con quien yo más quiero.

 

Nos guía la luz de los rayos del sol,

veremos la tierra con tanta hermosura,

verde primavera los campos lejanos,

brillarán las aguas de aquellas lagunas,

llenas de azulones, garzas, cigüeñas y fochas.

 

Los endrinos bordados de flores,

los corzos y sus crías correrán por los senderos,

nosotros volando, una hora solo de libertad,

volveremos como ordenan los más entendidos,

yo con la lluvia de mayo me quiero mojar,

con olores de tierra mojada, pino, trementina y mejorana.

 

Quiero resistir todo aquello que venga

y ayudar lo que pueda a esta tierra herida,

curarla de tanta desgracia con una vacuna

y verla de lejos como esencia pura.