| Por Francisco Salamanca |

Novillos de la ganadería Toros de Brazuelas, mostraron falta de casta, excepto el segundo que la tuvo y fue bravo, todos nobles, en general, se dejaron a pesar del excesivo castigo que sufrieron en varas y de la horrorosa lidia que recibieron. Muy delgados.

Ricardo Maldonado de grana y oro, obtuvo algunos aplausos en ambos novillos, Jesús Enrique Colombo, de celeste y oro con cabos blancos, salió por la puerta grande tras cortar una oreja de cada uno de sus oponentes y Miguel A. Pacheco de caldero y oro recibió silencio y silencio. Tarde lluviosa con escasa asistencia de público, apenas 700 personas. Puerta grande para la banda de música que aguantó estoica la caída de la lluvia hasta la finalización del festejo.

Las expectativas de los novillos de Brazuelas se quedaron en eso, expectativas, para una ganadería muy joven que tiene que evolucionar. Aunque más lo tienen que hacer los novilleros que actuaron en la tarde de ayer, si exceptuamos a Colombo que estuvo torero en  dos tandas buenas por el pitón izquierdo, al segundo de la tarde, que salvó el encierro de los de Alcazarén. El de Badajoz demostró más oficio que sus compañeros de terna y tras dos buenas estocadas logró arrancar un trofeo de cada uno de sus novillos. Con el quinto, un castaño girón que se quedó en bravucón después del primer tercio, estuvo pinturero, pero el novillo era otra historia.

Miguel A. Pacheco se presentaba en Cuéllar con apenas media docena de novilladas lidiadas este año, abusó del castigo en varas a sus oponentes, hasta tres veces entraron al caballo los de Brazuelas. Mientras el sexto se puso imposible tras la impericia del novillero, con el tercero, un novillo que embestía a media altura, pero noble, intento realizar el toreo en redondo, pero muy despegado del morlaco. La espada hizo guardia en la primera entrada, después otra contraria y hasta nueve descabellos fueron necesarios para arrastrar al castaño.

Ricardo Maldonado estuvo mal, sin ambición, oficio ni valor. El novillero vallisoletano con su inválido primero anduvo perdido por el albero de la plaza. En el cuarto, un novillo muy delgado y alto, que cumplió en varas, estuvo desconfiado, echándoselo a las afueras y a merced, en varias ocasiones, del toro, que no tuvo ni el más ligero síntoma de maldad.

Ánimo para esta ganadería vallisoletana, tan joven, que tuvo en el segundo del encierro lidiado en Cuéllar, el modelo a seguir.