| Los cuatro actores que  han dado vida a los personajes hablaron sobre el vestuario, la música y los escenarios de la obra |

El estreno del nuevo espectáculo teatralizado `Castillo de Ánimas´ coincidió con el adiós de `Los Nadies´, la ruta teatralizada por las calles de Cuéllar que ha podido disfrutarse durante el verano y que volverá la próxima temporada estival. Así lo anunciaron los actores: Blanca Amelia Izquierdo, Aurora Mayo, Sergio Caminero y Diego Baeza, quienes quisieron despedir el espectáculo dando a conocer cómo se hizo.

La sala del Palacio de Pedro I acogió el acto, al que siguió una conferencia impartida por el etnólogo Carlos Porro sobre `Uso y costumbre del vestido tradicional en Cuéllar y la Churrería´ y una  muestra de indumentaria segoviana original del siglo XIX a cargo del colectivo Corrobla.

Los actores detallaron cómo han vivido el proceso creativo de la obra. Así Izquierdo, “ideadora del montaje y dramaturga”, detalló cómo la idea del espectáculo nació hace muchos años de su gusto por las tradiciones, la música y la cultura del pasado. Así tuvo esa idea de un espectáculo sobre labradores, con música en directo que siempre pensó podría hacer realidad en algún momento. Así explicó que con la incorporación de Diego Baeza y Aurora Mayo comenzaron a desarrollarlo. Tras el parón por la pandemia en los espectáculos teatralizados se pusieron en marcha, y aunque era algo que Izquierdo quería desarrollar con mimo tuvieron que hacerlo deprisa. Investigó y leyó distintos autores para tener ideas e inspiración, entre ellos mencionó a Lorca que dijo es uno de los que más se acerca a este tipo de espectáculos sobre la tradición, la familia…

Sobre el vestuario habló Caminero, señalando que este es “la piel de la obra”. Explicó que se ha cuidado bastante trabajando tres aspectos: la forma, la textura y el color. Para encontrar los patrones dijo que habían “manoseado” los libros de Carlos Porro “sobre cómo vestían las gentes que habitaban en estas zonas”. Un vestuario que incluía: manteos, camisas, justillos, medias… elementos que han respetado y sufrido en los días de más calor. Los tejidos  elegidos fueron 100% naturales como la lana, el algodón, el trigo con el que estaban elaborados los sombreros o el esparto del calzado.

Apostaron también por colores terrosos para dar una uniformidad cromática en tonos ocres vinculados a los labradores.

Con la música, Baeza señaló que trataron de que el público formara parte del espectáculo. Así buscaron formatos de la tradición oral como una seguidilla de Vegas de Matute, romances y algunos guiños a rondas que se han mantenido hasta hace poco tiempo. No faltaron la Jota de Los Labradores y el Vito, dos piezas que los visitantes entonaban sin rubor, según dijo Baeza. De su abuela llevó al espectáculo una canción  aprendida de su abuela  en “falso gallego” entonada con pandereta “al estilo del cabaret”. Concluyó señalando que utilizaron también las coreografías, la guitarra y  la voz de contratenor de Caminero.

Mayo se refirió a la elección de los escenarios, que ha descubierto a los espectadores algunos como el arco de san Basilio, las casas propiedad municipal en la plaza de san Gil, la iglesia de San esteban, el Exángel… “La intención era buscar el recorrido más fiel a lo que sería el pueblo de la época”, dijo Izquierdo.

El papel de los vecinos de Cuéllar ha sido fundamental en esta obra, así Mayo relató que se han involucrado con los actores de manera que había algunos que  cada fin de semana seguían los cuatro pases diarios ante sus casas, otros que lanzaban agua o tiraban macetas como si fueran personajes de la obra, y también estaban los que ofrecían agua y dulces a los actores para hacer más llevadero su trabajo.

La concejala de Turismo, Maite Sánchez, mostró su orgullo por esta obra “que habla de la gente que hizo historia pero no aparece reflejada en los libros de historia”. Un trabajo con el que homenajean a los abuelos, que han pasado momentos tan duros a causa de la pandemia.

Blanca afirmó que la obra  es “un sueño cargado de mucho de lo que somos cada uno de nosotros”.

Carlos Porro continuó hablando sobre la indumentaria tradicional de la zona, reivindicando que la villa  se encuentra también  en el espacio denominado `La Churrería´ y realizando un recorrido por los trajes tradicionales de la época en que se ambientaba la obra, en torno a 1833.