| Por Pablo Quevedo Senovilla |

El 15 de junio, la villa de Cuéllar también se ha querido sumar a una cita imprescindible con el medio ambiente, la gran recogida de basuraleza, que es como llaman ahora a la basura abandonada en la naturaleza, a la mierda que durante decenas de años hemos vertido en los montes, pinares y cañadas de lo que creemos nuestro maravilloso entorno natural.

La iniciativa, que impulsa SEO Birdlife y que en Cuéllar ha promovido el colectivo Cegafest, es única al aglutinar a miles de voluntarios en un mismo día para liberar de residuos la naturaleza.

En nuestro querido pueblo, se pueden contar por decenas los lugares que hemos convertido en basureros y que están pidiendo a gritos una intervención inmediata para la retirada de residuos.

En este día, nos hemos reunido en Cuéllar 70 personas de edades comprendidas entre los 8 y los 80 años, con la intención de dar un primer paso. Pero comprendo que un solo día, para tantos puntos negros, no va a ser suficiente. Ni mucho menos.

Aunque hace tiempo que saqué la hoja roja del librillo de la vida, mantengo el sueño de lograr algún día una piel de toro libre de residuos y vertederos incontrolados, donde todos podamos vivir sobre tierra limpia y agua cristalina, respirando aire puro.

Es una utopía, pero ver que cada día somos más los amantes de la naturaleza me hace ser optimista; la conciencia ciudadana va en aumento.

Somos conscientes de que es obligada la adecuada información y educación, sobre todo entre los más jóvenes, para fomentar una conciencia ambiental en todos los sectores de la sociedad.

Los ciudadanos tenemos que ver que nuestro papel es clave en la construcción de un futuro sostenible para el planeta.

Todos debemos plantearnos, como decía Miguel Delibes de Castro, qué mundo heredarán nuestros hijos.

 

No, aire, / no te vendas, / que no te entuben, / que no te encajen / ni te compriman, / que no te hagan tabletas, / que no te metan en una botella, / ¡cuidado!
Pablo Neruda (Extracto de Oda al aire)

 

Es una tarde, la del sábado 15 de junio, soleada y de agradable temperatura. Bien organizados por el colectivo Cegafest y la gente de Izquierda Unida, las 70 personas que nos hemos reunido en el barrio de San Gil nos encaminamos a ambos lados de la carretera de Bahabón, provistos de guantes y sacos, para proceder a una limpieza de este maltratado entorno.

Los residuos que recogemos son numerosos y variados (cristales, enseres, escombros, latas, plásticos, gomas…) En total, calculo que unos 1.000 kilos de basura.

La ilusión con la que las 70 personas voluntarias hemos participado en esta iniciativa es patente en nuestras caras. Sabemos que esto no es el final, pero estamos seguros de que estamos haciendo bien.

Queremos tener nuestra casa limpia, para poder disfrutarla por caminos, senderos y veredas, sin tropezar con tanto desperdicio retirado del uso y lanzado al campo sin pudor, envuelto en el manto de la ignorancia y la mala fe.

Invertir esta mentalidad es posible, pero hay que insistir en la enseñanza a los menores, que son el futuro de este planeta.

Aquí, en Cuéllar, todos podemos aportar nuestro grano de arena para conseguir un maravilloso y envidiable entorno natural, libre de agresiones, del que de verdad podamos sentirnos orgullosos.

Ese es un privilegio que a todas luces todavía no hemos valorado en su justa medida.

 

Reflexión y epílogo

Abordamos un verano triste y seco. La primavera caduca y su otrora esplendor no ha sembrado este año la alegría esperada. El agua de lluvia ha resultado escasa y muchas plantas han dejado su semilla en la tierra.

No hemos disfrutado como otros años de esas mañanas vistosas de colores y olores en praderas y ribazos. El cambio climático también nos cambia a las personas. Es todo un proceso que nos hemos ganado en las últimas décadas. Las heladas, las nieves, las lluvias, el calor, el frío, el aire… todo es distinto. Ni las frutas del tiempo maduran, ni las verduras saben igual. Las carnes, los pescados… Ahora nos invaden los plásticos, los ríos aceitosos, las contaminaciones de las aguas. Desaparecen la pesca, los pájaros, los reptiles, los mamíferos… Los mares se inundan de vertidos, las fuentes se secan, los pantanos se vacían, las lagunas se quedan sin agua. Pozos descontrolados, vehículos contaminantes, fábricas que expulsan millones de partículas nocivas… El lienzo que pinto es desolador. Pero otro mundo mejor es posible.