| Fotos: Nuria Pascual y Gabriel Gómez |

El Castillo de Cuéllar volvió ayer, por segundo año consecutivo, a ser el punto de partida de la procesión de Jueves Santo. Un momento de especial belleza que siguieron centenares de personas y que vivió su momento álgido con la salida del Cristo de San Gil por la puerta de la fortaleza.

El público esperaba expectante ese momento que permitía revivir momentos de la historia cuellarana cuando las procesiones partían de allí. La calle Palacio, el adarve de la muralla en el tramo del arco de San Basilio y las carreteras de El Henar y Bahabón fueron los sitios preferidos de los asistentes para seguir la procesión.

Pasadas las ocho de la tarde las puertas de la fortaleza presenciaban la salida de los nazarenos acompañando a su Cruz Penitencial, portada en andas por algunos de sus cofrades, tras ellos se incorporaba su banda de cornetas y tambores. El momento más esperado llegaba después cuando la imagen del Cristo de San Gil portada también en andas salía del Castillo, con gran expectación y silencio se vivieron estos momentos iniciales de la procesión.

En la calle Palacio, a los pies del Castillo esperaban los otros dos pasos que participaron en la procesión: La Oración en el Huerto y el Encuentro con la Verónica.

Tras la cruz de los Nazarenos se incorporó la Oración en el Huerto y después el Encuentro con la Verónica. En la procesión participaron también la banda de cornetas y tambores de la cofradía de Nuestra Señora de La Soledad, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la de La Dolorosa y la de tambores de El Calvario.

Desde el Castillo la procesión discurrió por la carretera de el Henar, la carretera de Bahabón, las calles Europa, Francisco Ovejero, Chile, Ramón Montalvillo y nuevamente la carretera de Bahabón para concluir en la iglesia de San Andrés con un acto presidido por el Cristo y el resto de pasos que posteriormente volvieron a sus puntos de origen.