A la izquierda el Teatro-Cine Alfonsa desde la Calle del Estudio.

A la izquierda el Teatro-Cine Alfonsa desde la Calle del Estudio. | Foto de Rafael cedida por AC La Plaga |

| Por Isaías Rodrigo |

Sobre el año 1.923  más o menos Juan José de la Torre, construyó una sala de cine en la calle Solana Alta de Cuéllar. Aquella sala era preciosa, tenía  forma de una herradura, y tenía un patio de butacas en su centro, en la misma planta había unos palcos, que tenían una serie de columnas las cuales soportaban la planta de general. Aquellos palcos pintados de rojo eran bonitos, en la entrada principal había una sala muy bien decorada, allí estaba el ambigú, y la caldera de la calefacción, que consumía leña. La sala principal tenía dos salidas de emergencia más la entrada principal. En esa sala además del cine durante el año solían venir compañías de teatro, por ferias y por noviembre que siempre representaban, el Tenorio; entre estos cómicos había unos que eran ya conocidos y se llamaban, `Los Enguidanos´, que trajeron obras como: La Malquerida, Don Floripondio, el Alcalde de Zalamea, La Casa de Quirós… Una compañía local de aficionados llamada `Cipriano Senovilla´, puso en escena algunas de sus obras con un gran éxito, como: la Sopa Boba, El Rayo, El Afilador… Algunas de estas representaciones las hicieron para ayudar a los más pobres del pueblo, los precios eran: palco con seis entradas 9 pesetas, butaca 1,25 pesetas, delantera 0.75 pesetas, y general 0,50 pesetas. En sus principios también se usaba esta sala para hacer bailes en carnaval.

Esta sala tenía la costumbre de hacer sonar una sirena que tenía el edificio que hoy conocemos como Palacio de  Pedro I, que era propiedad del dueño del cine, y todos los días que había cine sonaba tres veces anunciando que era día de ir al cine.

En los años 50, la afición al cine era muy grande y De la Torre para innovar su sala, acometió una reforma aumentando al doble su aforo. Para ello incorporó a la sala la casa del conserje,  y parte de un corral que compró a una vecina. Durante el cine mudo, en los descansos tenía una pianola que estaba a la derecha del escenario y ponían música.

Tenían también la costumbre de repartir unos folletos en los que se informaba del nombre de la película que se iba a proyectar.

Siendo yo un niño y al vivir vecino a la salas de cine, junto con mi amigo Pedro Quiza, llegué a ver el cine mudo desde la cocina de la casa de Pedro, que su padre era el conserje y vivían en el cine a finales de los años 20 y 30 del siglo XX. Todos los domingos se llenaba la sala y cuando llegó el cine sonoro, fue más que un espectáculo ver como sobre una pantalla podían oír la voz humana y oír música.

Pedro Quizá y yo, todos los domingos teníamos que recorrer el pueblo con un cartel al hombro,  anunciando la película que se pondría por la noche. Antes de salir teníamos que acercarnos a la casa de don Aurelio Calderón que era el jefe de telégrafos en la Trinidad, y además era el operador del cine. Este señor en aquel cartel que le presentábamos ponía el título de la película que se proyectaba por la noche. También había cine los jueves, el ultimo operador que tubo esta sala fue Felipe Cuesta Suárez.

En la sala también se daban todos los mítines políticos durante la República y hacían igual que hacen ahora “prometen, prometen hasta que se meten, después de que se han metido se olvidan de la prometido”.

 

La competencia

Cuando comenzaron a abrir nuevas salas, esta sala tuvo su mala racha, decayó mucho y no tardo el cerrar. La primera competencia fue una sala que abrió donde hoy está la biblioteca municipal  con el nombre de `Cine Paz´, luego siguieron otras dos una llamada `La Muralla´ en la calle de San Pedro que para hacerla derribaron unos  metros de muralla autorizados por quien correspondía en aquellos años, y la otra sala, en la calle Trinidad llamada `Cine Ideal´. Como se desprende de mi relato, pasamos de cuatro salas de cine a no tener ninguna.

Como anécdota contaré que donde se encuentra hoy el Centro de Salud, tenía don Juan  José de la Torre, el dueño del Cine Alfonsa, el secadero y fábrica de achicoria y una noche estando el cine  funcionando, se declaró un incendio en el secadero y al oír la voz de fuego, en la sala del cine se corrió el rumor del fuego, y hubo más de setenta  personas que salieron por  las ventanas  del cine que daban al corral de mi casa y llenaron el corral con el correspondiente susto. Luego se vio que no corrían peligro pero el susto fue monumental.