La primavera y el verano son las estaciones preferidas por las parejas para casarse. El sol y el buen tiempo les hacen decantarse por esas fechas que aportan luz a los reportajes fotográficos, y permiten que parte de los eventos puedan desarrollarse en espacios exteriores como los patios o jardines de los restaurantes.
Este año la pandemia de la COVID-19 se va a llevar por delante algunos de esos enlaces como ya ha hecho con las primeras comuniones. Ante esa situación hay quienes apuran aún el tiempo para ver si pueden celebrar sus bodas en la fecha prevista, quienes las han aplazado al próximo año y quienes no han dudado en programarlas en otra fecha como es el caso del cuellarano Rubén de Miguel y la soriana Gema Sebastián. Ellos tenían todo preparado para casarse el 23 de mayo y dos meses y medio antes de esa fecha se decretó el estado de alarma, por ello aplazaron la fecha al 31 de octubre.
“Si nos hubieran dicho con anterioridad que esto iba a pasar, no habríamos dado crédito, y ni por asomo nos lo podíamos imaginar”, afirma la pareja que tiene su residencia fijada en la villa. Dicen que para ellos ahora “lo más importante es tomar conciencia social y sanitaria, siendo realistas ante la gravedad de lo que está pasando”. Es por ello que decidieron aplazar el evento antes incluso de que nadie se lo impusiera, “ya que creemos firmemente que todo lo demás puede y debe esperar”.
La COVID-19 ha trastocado todos sus planes, según cuentan, ya que no solo han tenido que aplazar la fecha de la boda al 31 de octubre, sino todos los acontecimientos previos y la ilusión que conllevan todos los preparativos. También ha aplazado eventos personales y profesionales.
“En condiciones normales, vendrían días de despedidas, pruebas de trajes y de menú, de peluquería y de maquillaje, ultimar detalles decorativos… Sin embargo estamos con una gran incertidumbre, a expensas de que todo se normalice para ver si por fin podemos celebrarlo en octubre”, apunta la pareja.
Rubén y Gema señalan que al principio quisieron creer que la situación no les afectaría “pensábamos que sería algo mucho más leve y breve, porque la información que nos llegaba así nos lo hacía creer”. Pero poco a poco detallan que han sido conscientes de la realidad de la problemática sanitaria, lo que les llevó a decidirse por adelantarse a los decretos y aplazar la boda, “con el objetivo claro de priorizar la salud de todo el mundo y esperar que llegue el momento óptimo para poder disfrutarlo sin miedo, sin exponer absolutamente a nadie a ningún tipo de riesgo”.
Preparativos
Rubén es fisioterapeuta y Gema terapeuta ocupacional, su apretada agenda les hizo ser previsores y tenerlo todo listo con antelación salvo algún pequeño detalle por concretar. Así tenían las invitaciones ya repartidas y para anunciar a sus invitados el cambio de fecha lo han hecho por WhatsApp con una foto suya con el texto: “El amor no entiende de fechas; cualquier día es buen momento para celebrarlo”.
“Creemos que todo el mundo entiende el cambio, y nos han transmitido su apoyo, comprensión y en algunos casos hasta agradecimiento, puesto que de haberse mantenido la fecha inicial habríamos tenido ausencias por precaución y miedo”, afirman.
También tienen ya sus trajes aunque no han podido realizar las últimas pruebas. Los anillos y el reloj tiene ya grabada la fecha del 23 de mayo, aunque creen que el tema de las alianzas podrá solucionarse incluyendo la nueva fecha. Más complicado consideran que será el poder disfrutar del viaje de luna de miel “puesto que con la incertidumbre que hay no sabemos ni dónde ni si lo podremos realizar tras la nueva fecha elegida”. Apuntan que de momento lo han cancelado a la espera de ver lo que sucede.
La boda
Alpanseque en Soria, el pueblo del que procede la novia, será el lugar donde se celebre el enlace que contará con unos 200 invitados. Ahora señalan que tendrán que comenzar de nuevo con las confirmaciones de asistencia ya que en la fecha de mayo iba a haber ausencias por diferentes motivos, que ahora tal vez puedan acudir, y en otros casos, sucederá al revés. Como ejemplo indican que hay familias que en estos meses contarán con un nuevo miembro.
El cambio de fecha a ellos no les ha supuesto ningún problema organizativo ya que tanto la iglesia como el restaurante, los fotógrafos y otros servicios tenían la nueva fecha disponible.
Pasar de una boda de primavera a una boda de otoño llevará a la novia y probablemente a muchas de las invitadas a tener que adaptar su vestuario. Tampoco saben si podrán realizar el cóctel en un espacio exterior, aunque afirman que a día de hoy ese “es el menor de los problemas”.
Rubén y Gema tienen muy presente la posibilidad de que pudieran tener que cambiar de nuevo la fecha aunque aseguran que “sería muy mala suerte”. Eso sí afirman que “si fuese necesario por tema de seguridad, no dudaríamos en volver a aplazarla”.
Esta pareja muestra su agradecimiento por la comprensión y las facilidades que les han dado todos los profesionales implicados en la boda. Apuntan que se acuerdan mucho de todas las parejas que al igual que ellos habían decidido casarse en estas fechas “les mandamos mucho ánimo y deseamos, independientemente de la fecha en la que pueda celebrarse, que todo salga bien”.
Transmiten también su agradecimiento “a aquellos que combaten esta pandemia en primera línea, aportando cada uno lo que su profesión les permite”. “Esto tenemos que pararlo entre todos, y si nosotros podemos hacer esperar algo tan importante como el día de nuestra boda, que no estropeemos todos nuestros esfuerzos con salidas innecesarias e incautas”.
