| Fueron descubiertos cuando se acometieron los trabajos arqueológicos en los cuatro sepulcros murales situados en el tramo recto de presbiterio |


El Museo de Segovia, gestionado por la Junta de Castilla y León,  descubre al público la ‘pieza desconocida’ del mes de abril, una actividad con la que el Museo de Segovia pretende promover el conocimiento de aquellos fondos singulares y desconocidos que no suelen estar incluidos en la exposición permanente del centro. En esta ocasión, se ha elegido una muestra de calzado medieval del siglo XV.

Se trata de un par de botas de media caña o “abotinados”, posiblemente confeccionados en la propia villa de Cuéllar que en estos momentos mantenía una población mudéjar tradicionalmente vinculada  a la manufactura de pieles y cueros. Para su confección se ha empleado piel de cabra de curtición vegetal de color marrón oscuro, con un espesor medio de 2mm. Los botines constan de dos piezas: suela y la pala o frente de una sola pieza que sigue el perfil del pie ajustándose en la puntera hasta llegar a cubrir el tobillo. Se cierra con unas orejeras mediante botones del mismo material y dejan en el empeine una zona al descubierto. Ambas piezas se unen perimetralmente con una costura que bordea la suela dejando oculto el cosido.

 

Descubrimiento

La pieza fue encontrada durante el proyecto de actuación integral realizado en el templo cuellarano de San Esteban, cuando se acometieron los trabajos arqueológicos en los cuatro sepulcros murales situados en el tramo recto de presbiterio. Dentro de estos sepulcros se hallaron dos esqueletos superpuestos, correspondientes a Alfonso García de León, llamado ‘el de Cuéllar’, posible descendiente de una línea bastarda del rey Alfonso IX de León, y personaje destacado de la corte de Enrique III, y a su esposa, Urraca García de Tapia. El cuerpo de Alfonso García de León conservaba unos zapatos de cuero de su indumentaria mortuoria.

La conservación de este calzado permite recordar cómo eran las prácticas funerarias de la época. El tratamiento de simplicidad que recibe el muerto a la hora de ser enterrado responde a la idea del cuerpo como receptáculo temporal del alma. Las envolturas, normalmente sudarios sin presentes y sin ataúd representan la igualdad de todas las almas cristianas que renuncia al lucro a la espera de aparecer así ante la divinidad el día del Juicio Final. Las telas de lienzo se convierten de forma generalizada en las vestiduras mortuorias, y será a partir del S. XIV cuando se empiezan a utilizar viejos hábitos de órdenes religiosas para cubrir los cuerpos de hombres y mujeres de familias pertenecientes a la clase media y alta de la sociedad medieval.

Tras su descubrimiento, técnicos del  Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León extrajeron y restauraron la pieza, pues al ser piel de cordero aparecieron con graves problemas de alteración.

Los visitantes del Museo podrán descubrir esta pieza en el horario habitual del centro: de martes a sábados de 10.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 19.00, y los domingos de 10.00 a 14.00 horas hasta finales de abril.