| Fotos: Gabriel Gómez |

Con fuegos artificiales celebró ayer Zarzuela del Pinar el nacimiento de Jesús, un hecho que fue el colofón a la vigésimo tercera edición de su belén viviente. La recreación reprodujo el recorrido que, en busca de posada, realizaron José y María. En esta edición se ampliaron las escenas con la siega y con algunos puestos de  mercaderes y comerciantes. Más de un centenar de vecinos colaboraron dando vida a esos comerciantes que fueron encontrando en su recorrido hacia el portal. El Castillo de Herodes fue el punto de partida y el recorrido discurrió hasta la plaza del Mayo en una tarde que permitió comenzar la actividad con sol para concluir con un intenso frío.

El primero de los actos fue la tradicional suelta de globos que se realiza en las eras en recuerdo a los que ya no están. María y José hicieron una primera parada para contemplar la siega y después continuar su camino atravesando el puente de madera y ya con María sobre el burro iniciar la búsqueda de posada donde dormir, en él fueron encontrando artesanos y comerciantes que si bien no tenían posada para ellos sí les guiaron y les permitieron proveerse de alimentos. Cardadoras de lana, panaderos, leñadores, alfareros, panaderos, cesteros, churreros, el herrero y los molineros que entonaron villancicos fueron algunos de los oficios que encontraron en su recorrido. Llegaron a la posada que se encontraba sin plazas libres y continuaron su camino hallando la carnicería de venta de caza, la carpintería, la cantina, el puesto de pulseras y collares, el de telas, la pescadería, los vendedores de verduras, de velas… y finalmente se decantaron por dirigirse a un pesebre donde María dio a luz. Los ángeles anunciaron el nacimiento y todos los figurantes acudieron a adorar al niño seguidos de los asistentes, allí sonaron las dulzainas, las mismas que acompañaron todo el recorrido haciendo resonar villancicos

Fueron centenares los visitantes que se acercaron a descubrir esta recreación y a lo largo del recorrido pudieron degustar diferentes productos que ofrecían los comerciantes como hojuelas, bollos, churros, quesada, bizcocho, castañas, limonada, bollos o sopas de ajo.

Los fuegos artificiales pusieron fin a la recreación y dieron paso a la cena  en la que figurantes y vecinos se reúnen cada año tras la recreación.