Pablo Quevedo, junto a Alfonso Rey en la inauguración de una exposición. |Foto: Gabriel Gómez | 
| Por Pablo Quevedo Lázaro | 

Alea jacta est, dicen que afirmó Julio César, poco después de cruzar el Rubicón con sus legiones.

Traducida la sentencia latina al castellano, lo que el general romano aseguró fue que la suerte estaba echada, sin posibilidad de vuelta atrás. Una vez cruzado el río Rubicón, el propio Julio César se convertía en enemigo de Roma.

Poco más de dos mil años después, el alcalde de Cuéllar (Segovia), Carlos Fraile, ha vuelto a cruzar el río, el Cega en la traducción local, para dejar en manos de la suerte su peligrosa apuesta por el toro y la fiesta taurina.

Como más cornás da el hambre, Fraile se ha puesto el mundo por montera y ha organizado dos festejos taurinos, que dan más miedo que las propias cornadas de Manuel García El Espartero y que las tropas de Julio César tras dejar atrás el Rubicón.

Toda la gente del toro ya sabe que Cuéllar disfrutará durante el mes de junio de dos corridas con unos carteles de alto voltaje, protagonizados por las históricas y legendarias ganaderías de Miura y Pablo Romero (desde hace unos años con el nombre de Partido de Resina).

Ojalá la apuesta le salga con suerte a Fraile, por el bien de la recuperación de la fiesta en general y de la potenciación del prestigio de los toros en Cuéllar y de sus encierros, reconocidos a nivel internacional por el sello de ser los más antiguos de España.

El prestigio de esta atrevida propuesta viene avalado además por un cartel pictórico a tono con los propios hierros protagonistas. En este cartel sobresalen las cabezas de dos toros de imponente estampa y el trabajo es obra del artista cuellarano Alfonso Rey Senovilla, del que no tengo reparo en admitir que soy íntimo amigo desde la infancia. Con eso, dejo demostrada mi objetividad sin ningún género de dudas.

Desde mi franciscana subjetividad, aprovecho el paso por el Rubicón para dar un buen capotazo y reparar la injusticia que un tal señor de apellido Soto y de nombre el del autor de El Asno de Oro creo que comete con mi amigo y poeta Luis Sanz Chanh. No seré yo (y espero que nadie) quien repita lo que expresa Soto de Chanh, aunque sí calificaré sus palabras de injustas y casi insultantes.

Correré un tupido velo, porque no creo que el responsable del desagradable y poco afortunado comentario sobre Chanh merezca mayor publicidad.

Y si la suerte está echada, confío en que sea para bien en el caso de mi persona. Permítanme que por vez primera sea yo quien me sume al protagonismo en la página en blanco.

Muchos y muchas de ustedes saben que he recibido una fuerte corná en mi salud, circunstancia que toreo desde hace un año con muletazos mejores y peores.

Reconozco mi ignorancia al desconocer lo ocurrido después de que Julio César cruzara el Rubicón y la suerte que el general corrió. Pero, en mi caso, confío en que la suerte me acompañe y, si Dios la reparte, se acuerde de este pobre diablo.

Alea jacta est para Julio César, para el alcalde de Cuéllar y para mí.

Aunque la suerte está echada, hay una legión de amigos y personas queridas que hacen el paseíllo conmigo. Por supuesto, mi padre, mi hermana y Rafa, comandantes en jefe de este ejército que me arropa. Toda mi familia, los Quevedo Senovilla y los Lázaro Santiuste. Somos como los Corleone, pero en versión buena gente. Mi “otro” hermano, Alfonso Rey, siempre empujando con sus pinceles. Mi amiga Micaela, en lo bueno y en lo malo. Y todos los que me dais el achuchón con vuestros mensajes de ánimo y cariño.

Ah, no debo olvidarme de mis ángeles de la guarda. El doctor Cuadrado Albite y todos los profesionales del Hospital Clínico de Valladolid que me acompañan en esta aventura, así como los neurocirujanos Santiago Cepeda y Charo Sarabia, además de la neuróloga Isabel Yugueros y el médico cuellarano Jesús Álvarez Manzanares, todos ellos del Río Hortega, también de Valladolid, con sus equipos. Y muchos más, como el psicólogo David Manzano, del Hospital General de Segovia, o toda la buena gente de Urgencias y UCI, de los centros hospitalarios vallisoletanos que he visitado. Están los radiólogos, las de farmacia y muchos más que no recuerdo. Señoras y señores de la política, sigan apostando por la sanidad pública y sus profesionales.

Y, finalmente, si la suerte es para los valientes, aquí tienen a un voluntario. 


A Carlos Velasco.
Las Maravillas, mayo de 2021.