Rótulo en el acceso a la sala cultural Alfonsa de la Torre. | Foto: Fernando Cárdaba|

 | Por Fernando Cárdaba Beltrán |

El pasado mes de agosto el cierre de la sala Alfonsa de la Torre a causa de los desperfectos ocasionados por una fuga de agua dejó perpleja a la comunidad cultural cuellarana. Digamos que fue como recibir un jarro de agua fría, literalmente. El escape se inició en una vivienda del mismo edificio. El cierre en un principio sólo sería hasta final de año. El otoño de 2023 se presentaba difícil, asumiendo que los eventos se trasladarían a lugares más fríos o con peores  condiciones que la sala titular. Y ya es decir.

Peor ha sido saber que durante el invierno y quizá la primavera de este 2024, seguiremos igual y sin noticia, por el momento, de soluciones en el horizonte. Lo que alarga ese escenario desalentador es, al parecer, una serie de cuestiones burocráticas: valoraciones de daños, seguros, trámites ajenos al ayuntamiento… El tiempo pasa y hay inacción. De la perplejidad hemos pasado al desaliento.

Es triste echar de menos una sala como Alfonsa de la Torre. Es un lugar denostado desde el principio: una osadía el proyecto, un despropósito su construcción y dotación. Un lugar famoso por sus columnas, con su escenario pequeño, con su techo al que podrían llegar los jugadores de baloncesto a poco que estiraran los brazos… Un lugar destinado a la cultura, válido quizá para charlas, conferencias y eventos de poca envergadura, pero no para artes escénicas. Un lugar que no es, ni será nunca, emblema de los cuellaranos, merecedores de un centro cultural mejor desde hace décadas.

En espera de la llegada del mesías -la construcción de un auditorio en condiciones- la programación cultural no veraniega se había visto enriquecida en este espacio tan variopinto que tenemos, llegando incluso a entrar en los circuitos escénicos. Una programación variada aun con la cortapisa de no poder traer espectáculos de mediano o gran formato. Ahora no tenemos ni eso. La programación sigue adelante a duras penas, pero hay incertidumbre de la futura. Eventos tan exitosos como los conciertos de `A todo ritmo´ no se han podido realizar por este desastroso suceso.

Y la pregunta que surge es si merece la pena arreglar este desaguisado o aprovechar para tener un lugar más digno, aunque sea provisional, para que la espera de ese mesías sea más llevadera. Si es necesaria una inversión para resolver el problema no sería descabellado pensar en destinarlo a otro espacio más diáfano y cómodo, o en gradas movibles o en sistemas de calor adecuados… soluciones que no sean parches.

Tengo la suerte de dedicarme a las artes escénicas y acudo habitualmente a teatros, auditorios y espacios habilitados para el teatro. Muchas veces son localidades similares o inferiores en población a Cuéllar. Constato, en la mayoría de las ocasiones, que disponen de un lugar adecuado, preparado para cualquier tipo de montaje (música, teatro, cine, magia…). Han sabido aprovechar momentos o dar con soluciones imaginativas que funcionan. No puedo dejar de comparar y preguntarme por qué esto en Cuéllar no ha sido posible hasta ahora. ¿Qué (no) hemos hecho los cuellaranos para (no) merecer esto?

Precisamente un motivo de esperanza es el proyecto de centro cultural en el terreno que el Ayuntamiento ha comprado al lado de San Francisco. Es ilusionante. Es la respuesta política a la reclamación que se hizo desde la Plataforma Por un teatro Auditorio en Cuéllar y la posterior formación de una comisión de trabajo, que interrumpió su actividad en la época Covid y que debe volver a la acción. Hace falta trabajo para hacer un buen proyecto sin precipitación y para encontrar vías de financiación. Hace falta explicarlo bien y llegar a todos, unir pareceres en la medida de lo posible y creer en ello como base y motor de la cultura en este pueblo.

Tenemos un bagaje cultural impresionante y así nos lo hacen ver gentes de fuera que observan perplejos, como nosotros, que sólo podemos demostrarlo durante el verano, pero no así el resto del año.

Y eso si no llueve. Ahora nos ha llovido dentro. ¿Cuándo escampará?