Es conocida la vinculación al mundo del toro y con el al del caballo de Simón Caminero. Una vinculación que le viene desde el mismo momento de su nacimiento, que tuvo lugar en la finca La Cigüeñuela donde ya pastaba el ganado bravo de su familia. En 1977 inició su vinculación con los encierros debutando en Tordesillas, para continuar participando o conduciendo los de Portillo, Peñafiel y Cuéllar, entre otros muchos. Esa labor realizada durante décadas tuvo ayer su reconocimiento en Cuéllar de la mano del recién constituido colectivo de caballistas A Caballo. La sala multiusos del centro municipal Cronista Herrera acogió este acto homenaje en el que se dieron cita un centenar de personas, entre ellas dos de los hijos y la esposa de Caminero.
Al comienzo del acto se visionaron algunos de los encierros de la villa, de diferentes épocas, desarrollados bajo la dirección de Caminero.
“Simón es hombre afable, trabajador inquieto, conocedor del toro, prestidigitador a caballo, hombre bueno, cabeza de una familia vinculada al toro que se ha dejado la piel en este mundo de pocos agradecimientos”, afirmó Francisco Salamanca, que actuó como moderador, afirmando también que Simón merecía ese reconocimiento en Cuéllar desde hace tiempo “no solo por el toro y los encierros, también porque es parte de este pueblo”.
Caminero puso de manifiesto su emoción ante este homenaje en Cuéllar, un lugar donde afirmó tener amigos. “No me quiero retirar sin venir otra vez a encerrar aquí”, manifestó durante su intervención
Encierros de Cuéllar
Caminero llegó a los encierros de Cuéllar, como responsable, de la mano del empresario Arsenio Álvarez en 1980. Entonces ya le acompañaban sus hijos Jesús y Pedro. Encerró en el municipio entre 1980 y 1984, año en que el encierro [blocktext align=”left”]”No me quiero retirar sin venir otra vez a encerrar aquí”[/blocktext]comenzó a entrar por El Embudo. Volvió entre 1986 y 1999, y finalmente junto a sus hijos desde 2006 hasta la actualidad.
Caminero sobre la grupa de sus caballos ha vivido la evolución más reciente del encierro cuellarano, desde que los novillos y toros pertenecían a diferentes hierros y se encerraban con media docena de bueyes, hasta cuando en 1994 en virtud de la ordenanza municipal que regulaba el encierro, logró encerrar tan solo con 10 caballistas. En 1995 volvieron los caballistas al campo, 30 con brazalete y otros tantos a cierta distancia. En 1999, coincidiendo con el Quinto Centenario de la Ordenanza de los Encierros de 1999, se instauró el quinto encierro, pero aquel año Caminero no pudo participar a causa de una operación de cadera y fueron sus hijos los responsables de la dirección en el campo.
En su intervención Caminero repasó su vida, momentos de su infancia en el campo, la vida universitaria en León donde cursó Veterinaria abandonando los estudios a falta de tres asignaturas, su afición por el balonmano, el gusto por la profesión que han desarrollado sus hijos y que aseguró le gustaría continuase teniendo alguno de sus nietos. Recordó episodios de los encierros de Cuéllar, entre ellos el vivido con las reses de Pablo Romero que no llegaron a pisar las calles de la villa, o cuando un toro escapado al que él seguía cayó a un pozo.
Campechano y sincero, no se reservó respuestas a las cuestiones que se le plantearon sino que todas las afrontó de cara, y a ellas sumó numerosas anécdotas. Así se refirió al problema de los bueyes en el encierro de la villa señalando que al encierro de Cuéllar vienen bueyes de Caminero y de Mayoral y entre ellos no se mezclan nunca yendo unos hacia un lado y otros hacia otro, por ello afirmó que si vinieran solo los de uno sería mejor.
Aseguró que hace años había tres veces más público en las calles de la villa y afirmó que en otros pueblos la gente no colabora como en Cuéllar, subrayando la admiración de los cuellaranos hacia sus festejos.
Sobre las normativas que se van imponiendo a los encierros, Caminero señaló que éstos tenían más gracia antes y más entusiasmo “la gente lo vivía más”.
Hubo también un espacio para hablar del caballo y su importancia en una ganadería, a pesar de que como reconoció hay muchas que ya no los utilizan. “Los caballos hay que hacerlos”, afirmó refiriéndose a la importancia de adecuarles al entorno en que van a vivir.
Caminero agradeció al colectivo “A Caballo” que se hubieran acordado de él “llevo a Cuéllar en el corazón”, afirmó antes de recibir como obsequio un polo con el anagrama del colectivo y un cencerro.