Segunda de la feria de Cuéllar 2024
Con un cuarto de entrada de lidiaron toros de la ganadería Partido de Resina, única en el encaste Gallardo, corridos por la mañana en el encierro tradicional.
Los dos toros que fueron sedados en el campo se sustituyeron por otros dos del mismo hierro. De buena presencia todos menos el quinto de la tarde, que desmejoraba con respecto a sus hermanos. Los toros mostraron raza justita y pocas ganas de embestir.
El 1º sí fue encastado con retazos de bravura, cumplió el 5º, los demás aun cumpliendo en varas se pararon a mitad de las faenas sin ofrecer confianza a los matadores. Se devolvió a los corrales por acalambrarse al 2º. El tercio de banderillas fue una pena, con la salvedad de dos pares de Alberto Román al 3º, por los que tuvo que saludar.
La banda municipal se lució en sus intervenciones, señalando la interpretación del pasodoble ‘Javier Herrero’ en su primer toro.
El madrileño, Fernando Robleño, le tocaron en suerte los más toreables. A su primero, que derribó sin contemplaciones al varilarguero, le dejó sitio hasta embarcarlo en la franela, gustándose con la mano izquierda con el toro humillando y sin aliviarse. Cayó el de Gallardo en el centro del anillo con el descabello tras una estocada atravesada, ovación y fuerte petición, una oreja. El 4º lucía trapío por doquier, remató en tablas un par de veces y apuntaba intenciones hasta la primera vara. En la segunda ya no peleó, cara arriba, mirón, defendiéndose… Pésima actuación con el estoque y descabello, el cual utilizó sin haber entrado la espada más allá de un pinchazo. El toro se tumba y arrecian los pitos desde el tendido.
Octavio Chacón venía con vitola de torero serio ante toros serios y defraudó. Reconocerle su aptitud con el también malogrado sobrero que el presidente decidió aguantar. Con su segundo, un toro encastado y noble, se mantuvo lejano y medroso. Mal con los aceros.
El cuellarano Javier Herrero puso toda la carne en el asador pero los toros tenían pocas cosas que ofrecer. Su primero, un ¿toro?, fuera de tipo, le permitió algunos muletazos a media altura con derrotes constantes. En la suerte suprema el estoque se fue demasiado bajo y se silenció su labor. El sexto, un regalito que se venía al pecho, recibió un largo, que no excesivo, castigo en varas, al no emplearse el morlaco. Lo intentó en los medios al natural, mejorando poco el burel, por lo que optó por el estoque. Algunos aplausos tras pinchazo y estocada.