Ayer fue tarde de celebración en la residencia El Alamillo de Cuéllar. Una de sus residentes, la cuellarana Margarita Medina, celebraba su 100 cumpleaños, y lo hacía rodeada de todos sus compañeros y también de sus familiares. Una celebración que tuvo que posponerse, ya que fue el 16 de enero cuando cumplió los años, al haber estado unos días en el hospital.

Una misa de acción de gracias, oficiada por el párroco de la villa, Fernando Mateo, abrió los actos y seguidamente en el salón del centro el propio párroco puso la nota musical guitarra en mano y cantando con los asistentes diferentes canciones. Una actuación, la del párroco, que Medina había pedido expresamente para su cumpleaños. Previamente, tras la comida, Medina tuvo ocasión de soplar las velas y compartir su tarta con el resto de residentes. Además la biblioteca de la residencia acoge una exposición de labores, realizadas por la cumpleañera a lo largo de los casi 30 años que lleva viviendo en El Alamillo. Cojines, colchas, manteles, bolsas, tapetes, fundas para castañuelas… son algunas de las labores expuestas mucha de las que ha realizado para otros residentes y el personal del centro.

La concejala de Asuntos Sociales, Montse Rodrigo, tampoco quiso perderse esta celebración y visitó a la homenajeada obsequiándola con un ramo de flores y una taza con las iglesias de Cuéllar grabadas. Unos regalos que Margarita recibió con gratitud y emoción.

 

Centenaria

Madre de tres hijos, uno de ellos ya fallecido, Margarita tiene seis nietos y cuatro biznietos, según señaló su hijo Antonio González que asistió a los actos junto a su esposa, hijos y nietos. Añadió que su madre decidió irse a la residencia al enviudar, cuando aún era joven, con unos 70 años. Afirmó que ella dice que esa “ha sido la mejor decisión que ha tomado en su vida”. “Ha vivido divinamente en la residencia” asegura señalando que hasta hace un par de años, cuando tuvo unos achaques, se ha encontrado en perfectas condiciones e incluso se llevó a la residencia su máquina de coser y ha cosido todo este tiempo. Así recuerda como una vez confeccionó más de un centenar de bolsas para proteger las uvas de la parra del centro.

Como anécdota, González relató que siempre han celebrado en su casa el cumpleaños de su madre el día de San Antón, el 17 de enero, santo al que ella profesaba devoción, hasta que uno de sus hermanos vio su DNI y descubrió que había nacido realmente el 16 de enero.

Margarita trabajó algún tiempo de soltera en una fábrica de achicoria de la villa, aunque al casarse se dedicó por entero a su familia.

González que durante esta treintena de años ha visitado la residencia El Alamillo para ver a su madre afirma que ésta es una residencia “única”, de ella destaca que se encuentra en el pueblo, que su madre comparte su día a día con otros vecinos del pueblo, incluso tiene dos primas allí, vecinas… “ha vivido maravillosamente bien en la residencia y la gente también lo ha sido tanto empleados, monjas… ha sido excepcional”, afirma.

La directora de la residencia, Charo Cachorro, señaló como Medina no solo ha dedicado su tiempo en la residencia  a hacer labores sino que también ha ayudado en tareas diarias del centro como limpiar las mesas o en otras tareas en las que las hermanas que regentan el centro requerían su colaboración.

Cachorro señaló que casi la mitad de los residentes superan ya los 95 años. Así ayer mismo una de ellas cumplió 98 y en breve otra cumplirá los 103, siendo la más longeva del centro. La lista de espera para acceder a una plaza alcanza ya las 60 personas.